Andrea Guzmán tenía 17 años. Vivía en El Salvador, donde la violencia de las maras es tan intensa que lo ha convertido en el país con la tasa de homicidio más más alta del mundo. Un jefe de la Mara Salvatrucha (MS-13), “el Cucharita” la había “heredado” de otro, el Thunder quien está detenido: en el mundo de las pandillas, las mujeres son cosas a disposición de los varones. Las secuestran, las retienen en sus almacenes —de armas, contrabando, drogas y dinero—, las violan de a uno o en grupo, las llaman «putas», las obligan a ser madres, las matan. Les regalan chocolates y se ponen furiosos si ellas no los disfrutan.
«Una vez que un pandillero iniciado, un “homeboy”—como se llaman— toma posesión de una adolescente o joven, ella se arriesga a una golpiza o a la muerte si trata de irse sin permiso», explicó el corresponsal de The Wall Street Journal (WSJ), Juan Forero. Y desde luego, no existe tal cosa como un permiso. «Cuando tienes una mujer, se convierte en tu propiedad, sólo para ti y para nadie más», le dijo un ex marero.
Andrea no quería ser la novia de un marero. No comía los chocolates que Cucharita insistía en enviarle desde que Thunder había entrado a la cárcel. Pero decir «no» estaba fuera del menú de opciones. Acosada por Cucharita, Andrea recibió una advertencia. Luego otra. Un día Cucharita se acercó al padre de ella con un arma semiautomática, que blandió frente a su cara.
Por fin, la noche del sábado 21 de abril de este año, llegó con otros seis mareros a la casa de los Guzmán. Tras atar a los padres y el hermano de Andrea, se llevaron a la chica, que apareció muerta de un tiro en la frente un rato más tarde. «Es mejor no tener una hija aquí», dijo a WSJ José Elmer Guzmán, el padre de la asesinada. «Me tendría que haber ido de este país con mis hijos».
En el top 5: El Salvador, Venezuela, Guatemala, Honduras y Brasil
América Latina es la capital mundial del homicidio: aunque sólo tiene el 8% de la población del mundo, concentra el 33% de los asesinatos. A la cabeza del listado de países que la convierten en la región más violenta del planeta se hallan El Salvador, Venezuela, Guatemala, Honduras y Brasil. Debido al narcotráfico y fenómenos de feminicidio como Ciudad Juárez, México coquetea con ese Top 5. Y Colombia ha estado cerca en más de una estadística anual.
Si bien en el Triángulo Norte de América Central (El Salvador, Honduras y Guatemala) la violencia llega a extremos —desde 2013, la tasa de feminicidio de salvadoreñas se duplicó, y es más de seis veces la de Estados Unidos—, el asesinato de mujeres por su condición de género trasciende esas fronteras. “Las mujeres mueren a manos de varones de manera desproporcionada en buena parte de América Latina», observó WSJ.
México y Brasil fueron, por su enorme población, los que registraron las mayores cantidades de muertas, según la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL). Es difícil establecer si esas cifras son reales, ya que en México sólo el 10% de las víctimas había denunciado violencia machista antes de su muerte (la misma cifra que en Argentina) y en 2017 hubo 3.430 asesinadas, pero solo 760 casos se investigaron como feminicidio, ya que en algunos estados el delito no está tipificado. Algo similar sucedió en Colombia, con 1.002 asesinadas: sólo 144 se procesó como violencia de género.
El enfoque de los medios muchas veces es sensacionalista: en Brasil la televisión mostró en agosto los videos de seguridad en los que se veía cómo un hombre perseguía a su mujer en el estacionamiento del edificio donde vivían, la golpeaba en el ascensor y finalmente la arrojaba desde el quinto piso: lo único que quedó exento del espectáculo fue el estrangulamiento (la mujer fue tirada al vacío ya muerta) en la intimidad del apartamento.
«A las mujeres se las desprecia mientras crecen, haciéndolas sentir ciudadanas de segunda», dijo Silvia Juárez, abogada de Mujeres Salvadoreñas por la Paz, una ONG contra la violencia machista. «Los homicidios sólo se van a controlar cuando le enseñemos a la sociedad que las vidas de las mujeres valen más que eso», dijo.
En San Salvador, Meghan López, una estadounidense experta en violencia familiar que realiza su doctorado en Johns Hopkins University, investiga el impacto en los niños, de las habilidades para la crianza de sus padres en ambientes peligrosos y asolados por la pobreza, que pueden generar problemas al llegar a la adultez, como violencia, abuso sexual, disfunción familiar y abandono.
Es difícil pensar en que se pueda romper el ciclo de violencia cuando, tras el entierro de Andrea Guzmán, su asesino, amenazado por otros pandilleros, negoció con la policía dar información a cambio de salvar su vida. Y a poco de su ingreso a la cárcel, sus rivales consideraron que su madre sería una buena prenda simbólica, y la mataron cuando salía de visitarlo. Por otra parte, el hermano de la joven muerta, Bryan Guzmán, pidió asilo en los Estados Unidos, y debió regresar cuando se lo negaron. La familia, por ahora, lo mantiene oculto.
*El artículo original apareció el domingo 23 de diciembre de 2018 en Infobae, con el título “Los asesinatos de mujeres alcanzan nuevos récords en América Latina” y fue editado por Diario La Página para sus lectores
Puesiesque antesito de Cristiani no biyan Maras. TODOS los gobiernos despues las aumentaron con acuerdos o manos duras. Vamos a seguir votando por semejantes INUTILES ? Queremos Aprendices de Mañosos, no Profesionales. Que DEVUELVAN LO ROBADO los amamanta-Maras
Feminicidios….. me suena a amarillismo mediarico,sabemos que el pais es sumame te violento no es cosa nueva,pero siempre se mira mas escandaloso diciendo «violencia hacia la mujer» seamos mas realistas TODO EL PAIS Y TODOS SUS CIUDADANOS ESTAMOS JODIDOS
Me huele a golondrinas mediáticas.ni en Navidad descansan….
CUANDO UNA MUJER ES AGREDIDA POR SU SEXO TIENE QUE CAER EL PESO DE LA LEY SOBRE EL AGRESOR , EL ERROR DE LAS FEMINISTAS ES QUE LES ESTAN ENSEÑANDO SUS DERECHOS , PERO NO LAS INSTRUYEN EN LAS OBLIGACIONES , AHORA HAY MUCHAS MUJERES DELINCUENTES EN LAS MARAS MUCHAS VECES MAS SANGUINARIAS , HAY QUE ORIENTARLAS A LLEVAR UNA VIDA CORRECTA CON VALORES Y PREINCIPIOS MORALES