Por: Guillermo Serrano
El mundo de la televisión se ha rendido a la serie producida por la cadena HBO “Juego de Tronos”. Es la fantasía llevada a la pantalla y en alta definición. Es para adultos y como se decía antes: para un público con criterio formado”. Porque tiene batallas de exterminio, intrigas mortales, sexo explícito y que no deja nada a la imaginación y una trama intrincada y que demanda una atención especial si se quiere entender por anda el guion.
La serie se comenzó a exhibir mundialmente en 2011 y significó un éxito inmediato tanto en niveles de sintonía como de ganancias económicas para la cadena HBO y sus estaciones de televisión afiliadas.
“Juego de tronos (título original en inglés: A Game of Thrones) es una novela de fantasía escrita por el autor estadounidense George R. R. Martin en 1996 y ganadora del Premio Locus a la mejor novela de fantasía en 1997. Se trata de la primera entrega de la serie de gran popularidad Canción de hielo y fuego. La novela se caracteriza por su estética medieval, la descripción de numerosos personajes bien detallados, la contraposición de puntos de vista de los múltiples protagonistas, su trama con giros inesperados y un uso sutil y moderado de los aspectos mágicos tan comunes en otras obras de fantasía heroica” (Fuente para esta definición: Wikipedia).
¿Por qué el vuelco del público adulto al mundo de la fantasía, en este caso, con supuestos mundos y realidades que de alguna manera reflejan ideas, pasiones y deseos que, aunque irrealizables, yacen en el subconsciente de cada uno?
Otra pregunta: ¿Fue el Señor de los anillos (primera película lanzada en el 2001) o Harry Potter (del mismo año) lo que les dio carta blanca a estas exitosas series televisivas? Y una última pregunta: ¿cuáles serán las series de este tipo que seguirán a esto?
En una entrevista publicada por la revista Time en Julio del 2017, el escritor y auto de esta serie, George R. R. Martin, explica lo que él considera importante: “Quieres que el lector se preocupe por tus personajes; si no lo hacen, entonces no hay ninguna implicación emocional. Pero al mismo tiempo, quiero que mis personajes sean matizados, que sean grises, que sean seres humanos. Creo que todos los seres humanos están matizados. Hay una tendencia a querer convertir a las personas en héroes y villanos. Y creo que hay villanos en la vida real y hay héroes en la vida real. Pero incluso los héroes más grandes tienen fallas y hacen cosas malas, e incluso los héroes más grandes son capaces de amar y sentir dolor y, en ocasiones, tienen momentos en los que puedes sentir simpatía por ellos. Por mucho que amo la ciencia ficción y la fantasía y las cosas imaginativas, siempre tienes que volver a la vida real como tu piedra de toque y decir: ¿Cuál es la verdad?” (Time Magazine, 17 de Julio, 2017).
Sí, señor Martin, la pregunta con la que usted termina la cita anterior, es la pregunta que le hicieron a un hombre que diferenciaba la verdad de la fantasía. Y él, Jesucristo fue quien dijo ser la verdad. Porque sus enseñanzas y ejemplo de vida podían indicarle al ser humano la tenue línea divisoria que puede señalar a una vida real o a aquella que solo se encuentra en la imaginación.
No es malo leer o ver películas de ficción. Estimula nuestra propia imaginación. Pero una vez que terminamos esos momentos de evasión, debemos de volver a nuestro mundo real para comenzar a practicar lo que nos enseña la Biblia. El ejemplo ya aplicación proviene de una de las bienaventuranzas: “Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo” (Evangelio de Mateo, capítulo 5).