El ministro de Trabajo, Rolando Castro, comparte la historia de Víctor Manuel Samayoa, curilero de la Barra de Santiago, reflejando con un audiovisual la dura realidad de quienes han vivido en condiciones extremas desde temprana edad.
Víctor relató que comenzó a trabajar en los manglares cuando tenía apenas ocho o diez años, acompañado por su padre, enfrentando zancudos, agotamiento físico y, según confesó, fue obligado a fumar un puro como medida rudimentaria contra las picaduras. “Lo fumé y me dio vómito y una pálida que me tocó que me llevaran a la casa tirado en la lancha”, contó.
La situación económica de su familia es precaria. Cuando la marea lo permite, logra recolectar curiles durante tres o cuatro horas, y apenas gana dos dólares por el esfuerzo. Esa cantidad es lo único con lo que sostiene a toda su familia.
Su testimonio también revela momentos traumáticos, como cuando su hermano resultó herido y, siendo más pequeño, Víctor tuvo que cargarlo hasta casa. “Yo deseara ser mejor para ver que mis hijos cambien”, expresó.
El ministro Castro anunció que, con la bendición de Dios, brindarán apoyo a Víctor para que sus hijos puedan romper el ciclo de pobreza que ha afectado a su familia por generaciones. “Estas historias parten el corazón y se han repetido por muchas generaciones”, dijo, reafirmando el compromiso del Gobierno del Presidente Nayib Bukele con los más necesitados.