Desde las primeras horas de este jueves, cientos de feligreses se congregaron en la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe, en Antiguo Cuscatlán, para rendir homenaje a la Virgen de Guadalupe, una de las advocaciones marianas más veneradas en América Latina.
La festividad, que tiene profundas raíces en la cultura mexicana pero trasciende fronteras, reúne cada año a miles de devotos en diferentes países de la región, incluyendo El Salvador.
La basílica se convirtió en el epicentro de actos de fe, donde los asistentes ofrecieron flores, encendieron velas y participaron en misas especiales dedicadas a la Virgen.
Familias enteras llegaron al templo, muchas de ellas acompañadas por niños vestidos con trajes típicos que evocan a Juan Diego, el indígena al que, según la tradición católica, se le apareció la Virgen en el cerro del Tepeyac en 1531.
Estas vestimentas tradicionales, que incluyen zarapes, blusas bordadas y sombreros, son un símbolo de la devoción y la herencia cultural de esta celebración.
La celebración en honor a la Virgen de Guadalupe no solo es un acto de fe, sino también una oportunidad para compartir tradiciones que refuerzan los lazos comunitarios y espirituales.