Michael Douglas reconocía sin tapujos que sintió nervios en plena efervescencia del #MeToo. Eran tantas las acusaciones lanzadas contra un notable puñado de colegas y compañeros de profesión, que tuvo miedo de ser arrollado por la ola. Siempre se declaró inocente, acusado de abuso sexual por una ex empleada, y la cosa quedó en nada, pero se podía haber llevado su reputación por delante.
Bien lo sabe su amigo y compañero Morgan Freeman, al que un grupo de 16 personas, tanto hombres como mujeres, acusaron en verano de comportamiento indebido que derivaba en acoso. Meses después, la acusación se ha diluido. Ni ha intervenido la justicia en el asunto ni han surgido nuevas pruebas concluyentes contra el actor. De hecho, en su caso se ha hablado de fraude periodístico.
En un artículo publicado por el portal Red Etica de la Fundación de Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, se describe cómo una periodista de entretenimiento de la cadena CNN, Chloe Melas, fabricó evidencias para acusar a Freeman. «Todo fue un fraude de una reportera racista de CNN», asevera Tomoo Terada, escritor y autor del artículo.
El texto afirma que de las 16 personas que acusaron al actor, 14 eran anónimas, y que posteriormente dos de esas fuentes confirmaron que nunca tuvieron problema alguno con el actor de 80 años. A Freeman lo acusaron de hacer sentir incómodos a hombres y mujeres con sus comentarios, y de tocarle la espalda y los hombros a algunas mujeres sin permiso.
El actor se declaró inocente y desolado por unas acusaciones que ponían en entredicho su trayectoria y su reputación. «Cualquiera que me conoce o ha trabajado conmigo sabe que no soy alguien que intencionadamente ofendería o haría sentir incómodo a nadie», dijo, en primera instancia, para después indicar que le parecía lamentable que le metieran en el mismo saco que a los agresores sexuales señalados por el movimiento #MeToo, la causa feminista que ha sacudido los cimientos de Hollywood en los últimos meses.
La investigación de Terada indica que la prueba determinante del caso fue un vídeo presentado por Melas de un encuentro entre ambos, y en el que Freeman usaba la frase: «¡Ojalá hubiera estado allí!», como si hubiera querido ser él el que hubiera dejado embarazada a la periodista, a pocas semanas de dar luz en ese momento. En realidad, fue una reacción a una anécdota que compartió Michael Caine momentos antes durante la promoción de la película Un golpe con estilo. Más parece un chiste sin mayor importancia que un intento de acoso sexual. La periodista le quiso dar una interpretación muy forzada al comentario y eso desembocó en la acusación.
Terada cree que «además del racismo, está el hecho de que ella quería credibilidad como reportera seria» puesto que cubre temas de cotilleo.
Aunque Freeman exigió una disculpa y que CNN se retractara, la cadena se ha mantenido firme en su relato. De por medio, el buen nombre de uno de los actores más queridos del cine a nivel mundial, ganador de un Oscar por Million Dollar Baby en 2005. En cada información sobre su figura, hay siempre una mención al capítulo del presunto acoso sexual y un apartado dedicado al caso en su biografía de Wikipedia. «Las acusaciones dañan a Freeman para siempre», concluye Terada. Cierto es que recuperarse de un golpe así suele ser tarea complicada.
Dónde queda la dignidad de una persona que ha sido calumniada y disfamada. Hace unos años, en un municipio de la Unión, una «estudiante» de una escuela, acusó al director de esa institución de haberla violado y haber quedado embarazada. Inmediatamente fue arrestado y fue condenado a pasar unos años a la cárcel, pero la familia y el defensor, no se quedaron de «brazos crusados»; el defensor siguió investigando y al nacer el bebé (que no tiene nada de culpa); pidió el examen de ADN del niño, y le tomaron el examen al novio de la joven, resultó que, el… Leer más »