Raphael está hoy de celebración. El cantante cumple 81 años convertido en un gran icono musical en España y lejos de las fronteras, pues lleva más de seis décadas sobre los escenarios.
El andaluz ha sido galardonado con una impresionante colección de premios y reconocimientos, entre los que se encuentran el icónico Disco de Uranio, reservado a quienes superan los 50 millones de copias vendidas en toda su carrera discográfica, más de trescientos discos de oro, y hasta 40 de platino. De hecho, es uno de los cuatro que hay en el mundo. Los otros tres se los concedieron a Michael Jackson, por Thriller de 1982, a Queen por Greatest Hits de 1981 y a AC/DC por Back in Black de 1980.
A los 16 años, empezó su carrera profesional como cantante con el sello Philips Records. Para distinguirse a sí mismo adoptó la grafía «ph» del nombre de la compañía; de ahí emergería el apodo con el que es mundialmente conocido a día de hoy.
Pero eso no es todo. El éxito de Raphael es también el resultado del apoyo inquebrantable de su compañera de vida, la aristócrata Natalia Figueroa, con quien lleva más de cincuenta años casado –desde 1972–, y de sus tres hijos en común con la natural de San Sebastián: Manuel, Jacobo y Alejandra. Asimismo, también de su patrimonio ligado, además de a la música, a las artes escénicas.
En la actualidad, el artista es administrador único y accionista mayoritario de una empresa en el Registro Mercantil. Se trata de The Boy On Stage que, constituida en 2007, se dedica a la compra, venta y explotaciones de locales destinados a la exhibición cinematográfica, teatral y de variedades; y a la edición, promoción y explotación de derechos de autor de obras musicales originarias, y de sus transformaciones.
La sociedad limitada tiene un activo cercano a los cuatro millones de euros, la mayor parte en liquidez, y se ubica en Boadilla del Monte, la misma localidad donde Raphael posee una casa enclavada en una parcela de más de 2.000 metros cuadrados. El patrimonio inmobiliario del cantante lo engrosan su segunda residencia estival, que adquirió hace varios años en Sant Josep de Sa Talaia, en Ibiza. La vivienda tiene dos pisos de un total de 230 metros cuadrados, y una piscina de 35.
Por parte de Natalia Figueroa, Raphael tiene acceso a un piso de grandes dimensiones en el madrileño barrio de Salamanca, y a la emblemática residencia que perteneció a los marqueses de Santo Floro, en Sigüenza, la cual se encuentra actualmente en alquiler; que la periodista recibió como herencia en los años noventa.
Sin intenciones de jubilarse
La indomable pasión por la música no permite a Raphael, al menos de momento, retirarse. Su energía en el escenario, en sus propias palabras, sigue siendo tan vibrante como siempre. Ejemplo para muchos artistas, «el niño de Linares» confiesa que sus influencias van desde Bambino a Carlos Gardel, Manolo Caracol, Elvis Presley y la mismísima Edith Piaf. Con esta última, estuvo a punto de cantar juntos en unas fallas de Valencia en 1963. Sin embargo, ella cayó gravemente enferma unas semanas antes y tuvieron que suspender el concierto. Él todavía guarda como oro en paño el pasquín original del programa en el que se les anunciaba juntos.
Para el artista, cada actuación es una oportunidad de compartir su talento y su amor por la música con el mundo. «Estoy bastante conforme con lo que ha sido mi carrera, mi trabajo y mi vida en esto, pero no me puedo descuidar. Llegaré hasta cuando y donde Dios me deje, siempre que sea en perfecta condición. No me gustaría llegar al final como un desecho de mí mismo», reconocía en una entrevista
«El día que no pueda dar todo lo que doy me tomaré unas vacaciones muy largas. Pero nunca hablaré de ‘retiro’ porque sé que a los tres meses volvería», añadió.