Desde su casa en San Sebastián, España, Óscar Jaenada se presta al diálogo con Teleshow. Lo convoca un regreso por demás oportuno: el suyo -y el de su Luisito Rey- a Luis Miguel, la serie, en un rol por demás controvertido -pero brillante en su interpretación- a quienes los seguidores de la biopic parecieron extrañar en la segunda temporada.
Alerta spoiler (de hace un par de años, claro): en la primera, el padre de Micky muere en la última escena. De allí que los eventos narrados en la continuidad de la trama obligaron a prescindir de Jaenada. Ahora, en la entrega final que acaba de estrenar Netflix, Luisito renace, más que por una necesidad del guion, para genera generar impacto y brindarle emoción a la historia.
Siempre predispuesto y esta vez con un guiño especial, ya que su vuelta a la serie se debió a su brillo, a eso que faltó en la segunda temporada, Jaenada repasa su experiencia, en esta despedida del Luis Miguel de su amigo Diego Boneta.
—¿Cómo llega ahora a la tercera temporada de Luis Miguel, la serie, y por qué en la segunda no estuvo?
—Pues al final encontraron la fórmula, encontraron el tiempo, encontraron todo, y pudimos estar ahí.
—En la primera temporada, tanto su personaje como el de Diego Boneta fueron verdaderas revelaciones. ¿Por qué en la segunda usted no estuvo?
—Luis Rey moría en la primera temporada. Cuando me dieron el guion me dijeron que iban a hacer más temporadas, pero mi personaje moría en el final de la primera. Bien, es claro: nunca se planteó mientras rodábamos, yo tenía mi principio y mi fin muy establecido. Entonces bueno, pues eso fue surgiendo.
—Para un actor, ¿es indistinto seguir en una temporada o no continuar?
—Claro que es distinto. Yo necesito el principio y el fin de mi personaje. El dejarlo abierto o según cómo reaccionó el público, se sigue haciendo o no; a mí esos experimentos no me gustan. A mí me gusta tener el personaje creado, cerrado y sabiendo lo que le pasa. En este caso, además, es volver al Luis Rey más joven. Eso es también una creación, porque tampoco estaba establecido en mi personaje en la primera temporada. Luis Rey era un personaje con tres críos, casado aquí, en México, con un pasado que no se conocía, y ahora hemos tenido que ir a ese pasado.
—Cuando se lanzó la segunda temporada de la serie, ¿qué le decía la gente cuando lo veía en la calle?
—Cuando tú haces un buen trabajo, la gente te echa de menos. Eso siempre ha pasado. Cuando tú haces un trabajo nefasto nadie se acuerda. Es la ley de la interpretación. Es normal que te echen de menos cuando un personaje ha gustado de esta manera.
—¿Cómo le llegó la propuesta de volver?
—Bueno, hasta que me llegó a mí esa llamada, creo que habrá pasado por varias personas antes y muchísimas llamadas. Yo creo que fue un trabajo de producción, del equipo que trabaja conmigo, de Gatopardo y supongo que de Netflix, del showrunner. Todo el mundo estuvo intentando encontrar la solución, las fechas y todo. Ya te digo que incluso yo creo que se ha dejado para la tercera temporada pues eso demuestra lo difícil que es volver a contar con esto cuando no se contaba.
—¿Y por qué piensa que para esta nueva temporada encontraron todo?
—Yo creo que no era fácil, porque no creyeron que un personaje funcionara así. Creo que estaba escrito para una primera temporada. Visto el éxito que tuvo, pues quisieron rescatarlo de alguna manera. Entonces, buscaron la forma y se construyó.
—¿Se acuerda qué fue lo primero que se le vino a la cabeza cuando recibió esa noticia?
—Hombre, me pregunté mucho el qué. Vuelve Luisito Rey, ¿con qué? O sea, yo ya tengo al personaje, yo ya lo he creado, está cerrado. Para mí no solo creo que no le falta nada, sino que he reconocido en la gente que no le faltaba nada. ¿Para qué volverá? ¿Qué es lo que falta? Saber el qué vamos a contar de Luisito Rey.
—¿Y qué va a contar?
—Hombre, pero si te lo digo ya diríamos bastante. Nos vamos a la juventud de Luis Rey. Nos vamos a algo que no hemos visto ni de Luis Rey ni de Marcela. Los vemos cuando eran unos chavales.
—¿Cómo fue su primer día de rodaje en esta temporada? ¿Le costó volver al personaje?
—Para mí lo difícil era la dosificación. O sea, yo había hecho un personaje para 13 capítulos el cual tenía muy dosificado qué dar en cada capítulo para no ser demasiado propasado. Estaba todo muy medido. Y estar ahora por volver, volver otra vez al set con el mismo personaje mucho tiempo después, dos años creo, pues uno tiene que saber dosificar cuánto da del personaje. Tienes que dosificar muy bien para no hacer una parodia de Luisito Rey.
—¿Cómo fue su encuentro con Diego Boneta?
—Con Diego el encuentro fue muy normal. A Diego lo sigo viendo y nos vemos cuando él viene a España o cuando yo voy a México. Por lo tanto, con Diego ya hay una amistad y una camaradería muy importante. De todas formas, yo no estoy en el set con él, cuando yo ruedo él no está por ahí.
—Para volver a hacer a Luis Rey, ¿vio la segunda temporada? ¿Qué le pareció como espectador?
—No, la tenía que ver otra vez. Solo volví a ver la primera temporada para ver qué había mostrado yo realmente de Luis Rey, porque es muy distinto lo que yo tenía de Luis Rey en mi mente y en mis apuntes a lo que luego se ve, que es una décima parte. Entonces era ver qué enseñé de Luis Rey para mostrar otras cosas o, simplemente, saber en dónde estaba ese punto medio entre mi creencia personal y el Luis Rey de la gente.
—En este volver a ver a Luis Rey, ¿qué fue lo que más le sorprendió de su personaje?
—Yo siempre cuento una historia que me llama mucho la atención de Luis Rey, que es cuando coincidió con Picasso en un restaurante en París y esa simple coincidencia, que no te hablo ni de mesa ni mucho menos, o sea, te hablo de que coincidieron en un mismo restaurante. Él, luego, dijo que Picasso le había hecho un dibujo, pero lo había hecho él intentando venderlo como un Picasso, porque creía que la gente no se iba a dar cuenta. Eso de creerse por encima de los demás por la incultura es algo que me llamó mucho la atención. He intentado potenciar esto. Demostrarlo largo de la tercera temporada.
—¿Cuántos días estuvo en México rodando?
—Fue poquito tiempo. Varias semanas. A lo mejor, tres semanas. Por mucho o poco que haya de rodaje hay mucho que hacer, muchas pruebas, y todo eso lleva un tiempo.
—¿Cómo está en lo personal y cómo sigue su vida en el 2022?
—Yo, fantástico. Trabajando muchísimo. Este año he tenido la suerte de trabajar con Disney otra vez, hacer varios proyectos. He tenido la suerte también de hacer un largometraje, que me apetecía mucho, como una película en las Islas Canarias sobre la inmigración y demás. Asimismo, he podido hacer un par de cositas que me interesaban mucho y he seguido trabajando lo cual es muy importante. He seguido con la familia, también muy importante.
—¿Cómo atravesó la vida en pandemia? ¿Cómo la vivió?
—Con mucha tranquilidad, con mucha lectura, con mucha pintura, con mucho campo y respirar. Yo creo que el ser humano vive muy acelerado, son tiempos en los que vivimos con tres o cuatro marchas de más, y nos vino muy bien el parar un poco.
—¿Cómo ve a la industria hoy?
—Lo que es importante es que nos juntemos un poquito todos. Algo que se está haciendo ya, que ya hay grandes productores y productoras que están uniendo el poder latino, el poder hacer películas o producciones con un nivel más internacional, no tan locales. Contar con los mejores de aquí, los mejores de allá. Porque eso nos da mucha entidad para luchar contra el monstruo anglosajón. Yo creo que eso también nos ayuda mucho a mirarlos de tú a tú, a hacer un producto muy parecido y a tener una calidad técnica y artística pues también a la par. La unión latina nos está ayudando mucho, muchísimo, a crear productos.
—Para finalizar, si le llega una propuesta de ficción que lo seduce a nivel guion y a nivel económico, ¿qué otro requisito tiene que tener para que acepte?
—Hombre, básicamente es el tiempo, la disposición personal del artista también. Esta es una profesión que a veces está muy banalizada cuando no es así, pide mucho el cuerpo, es una profesión de mucha investigación, de muchísima observación, y por eso no puedes estar trabajando constantemente. En esta profesión no se puede hacer eso. Y el que lo hace, no lo puede hacer bien. Necesitas un descanso, y en mi caso, por alguna razón estos descansos son muy largos, porque así los necesito. Y bueno, pues la propuesta se tiene que adecuar a muchas cosas.
—Dijo que esta profesión está muy banalizada, ¿en qué lo nota?
—En esto precisamente: hay muchos que se creen que es estudiarse un texto y ya está, y no es eso. Esto es estudiar una vida. Es estudiar una manera de pensar. Y eso no son solo palabras. La relajación tiene mucho que ver, la comprensión, el entendimiento contigo y con el personaje son horas y horas, quizás mirando el mar, pensando en ese balance entre tú y el personaje para que no parezca ni esto ni lo otro. Llegar a ese punto medio. Son muchas conversaciones interiores que necesitan de tiempo, de espacio y de relajación. Yo sé cómo trabajo y es como me salen las cosas. Por lo tanto, necesito mucho el tiempo.