Murió en Nueva York, a los 92 años, el pianista y compositor Randy Weston, una figura ineludible del jazz contemporáneo. Vanguardista, desarrolló una voz propia a partir de su contacto con la música africana.
Su historia es una de las mejores radiografías de la “Florencia del jazz”, Nueva York. Nació el 6 de abril de 1926 en Brooklyn, un vecindario en el que creció rodeado de músicos como Max Roach, Cecil Payne, Duke Jordan y Wynton Kelly, su primo.
Ese ambiente cargado de una impresionante energía artística lo llevó a tomar clases con el principal monje del bop, Thelonious Monk, quien fue sin duda su mayor influencia.
Cuando conoció su evangelio, Weston salió a escena. Desde sus comienzos, con discos como Gett Happy (1955), lució su enorme talento como un virtuoso del instrumento y un compositor de calidad, que quedó en evidencia con temas como Hi-Fly, Little Niles o Pam’s Waltz.
Aunque encontró su lugar en la difícil escena neoyorquina, Weston sintió desde el comienzo el llamado de sus raíces. Ya en los años ’60 viajó a Marruecos, desde donde comenzó a investigar los orígenes de la música negra. «Mi primera composición dedicada al Africa fueZulú, en 1954. El interés estaba desde mucho antes de viajar», reveló durante una entrevista.
Sus influencias fueron el blues y el jazz que enriqueció con Africa y que tradujo a través de trabajos comoHighlifwe(1963),Monterey ’66(1966), oBlues To Africa(1974). Su música conjugaba fluidamente el espíritu afroamericano con las raíces africanas, el soul-jazz y el funk: una amalgama riquísima en matices rítmicos y melodías.