El estatus del que disfruta como actor Matthew McConaughey en la actualidad es incuestionable. Su trayectoria lo avala con su experiencia y con los galardones que ha ido recibiendo, incluido el Oscar por su papel en Dallas Buyers Club, una durísima película sobre las personas seropositivas y sus diferentes perfiles, así como la convivencia con la enfermedad.
Sin embargo, hubo una época en la que el intérprete estuvo centrado en papeles diferentes. En los 2000, se convirtió en el rey de las comedias románticas. Títulos como Cómo Perder A Un Chico En Diez Días, Planes De Boda o Los Fantasmas De Mis Exnovias, además de un cameo en Sexo En Nueva York, se agolpan en su curriculum.
Oye, y yo como mujer millennial adoro todos y cada uno de estos trabajos. Pero también entiendo que como todo aquello que iba destinado a según qué público, mujeres, carecía de menos valor profesional. Es tristísimo todo esto. Y Matthew McConaughey sintió que tenía que hacer un parón en su carrera, o comenzar a dar algunos noes para poder reconducirla hacia otro tipo de proyectos.
Así al menos lo ha confesado en el «show» del tenista Nick Kyrgios, tal y como recoge Entertainment Weekly: «Triunfé muchísimo haciendo ese tipo de películas, pero era simplemente el tío de las comedias románticas. Ese era mi camino y me encantaba en su momento. Me pagaban genial y funcionaba en la misma línea. Pero la influencia de esos proyectos era tan fuerte que no me daba cabida a nada más y yo quería hacer cosas diferentes, pero solo recibía negativas por parte de Hollywood», ha confesado al deportista el actor.
«No quería seguir así, por lo que simplemente decidí dejar de hacer lo que estaba haciendo hasta el momento. Fue entonces cuando me mudé a Texas, a un rancho, y me hice una promesa a mí mismo y a mi esposa que consistía básicamente en que no iba a volver a trabajar hasta que me ofreciesen esos nuevos papeles que me comenzaban a interesar». Y eso mismo fue lo que McConaughey le trasladó a su agente. El resto es historia.
Por supuesto, dar este giro profesional implicó para él rechazar proyectos muy ambiciosos y muy lucrativos, siendo esto sinónimo de, por ejemplo, una película de acción por la que podía haber ganado casi 15 millones de dólares. «Creo que es lo más revolucionario que he hecho y fue entonces cuando Hollywood cayó en la cuenta de que iba en serio con mi propuesta. Pienso que además eso hizo que me crease un perfil mucho más atractivo de cara a ese giro profesional».
Después de unos años un poco volátiles tras su decisión, el camino se fue asfaltando y comenzaron a llegar títulos como Dallas Buyers Club, Interstellar, El Lobo de Wall Street o True Detective.