A la cantante Madonna podría salirle muy cara su costumbre de comenzar sus conciertos mucho más tarde de lo previsto. En su actual gira mundial, ‘The Celebration Tour’, la reina del pop suele aparecer en el escenario con un retraso de entre 45 minutos y dos horas, por lo que dos de los asistentes al recital que la diva ofreció el pasado 13 de diciembre en el Barclays Center de Nueva York, uno de los tres programados para ese pabellón, han decidido llevarla a los tribunales y exigirle una elevada indemnización.
Los afectados, Michael Fellows y Jonathan Hadden, demandan a Madonna y a la promotora de la gira, Live Nation, por «incumplimiento de contrato, publicidad engañosa y prácticas comerciales desleales». Según éstos, la hora que se anunciaba para la apertura del recinto, las 20:30, llevaba a confusión, al entender los asistentes que la estrella daría inicio a su espectáculo pocos minutos después. No obstante, en las entradas siempre se hacía mención a la actuación previa de un telonero.
La demanda ha sido interpuesta en un juzgado del distrito este de Nueva York, según los documentos obtenidos por el portal Radar Online. Entre los perjuicios que alegan los agraviados, destacan sobre todo los relativos a la finalización del concierto, que terminó poco después de la 1 de la mañana. En consecuencia, Fellows y Hadden tuvieron que volver a casa en una situación de «transporte público limitado, con dificultades para compartir viaje o con un incremento en el transporte tanto público como privado». Y todo ello en pleno día laborable.
Sostienen, además, que las malas prácticas de la ambición rubia les provocaron una considerable reducción de su tiempo de descanso: «Tenían que levantarse temprano para ir a trabajar o atender sus responsabilidades familiares el día siguiente», reza otro fragmento de la exposición de motivos de la demanda, que pretende que Madonna se someta al veredicto de un jurado popular.
Los prolongados retrasos de Madonna se han convertido en una constante en su carrera, al menos desde la gira ‘MDNA Tour’ de 2012. Cada vez que ha sido criticada por ello, como en un espectáculo reciente en el que fue silbada y abucheada, la estrella de la música ha respondido desafiante y sin ápice alguno de arrepentimiento. Ahora, la diva se enfrenta a posibles sanciones por una serie de irregularidades como la de «enriquecimiento injusto». Y es que Fellows y Hadden aclaran que jamás habrían comprado sus entradas, de 155,90 y 292,50 dólares, respectivamente, de haber sido conscientes del engaño.