El Super Bowl es un evento que congrega cada año a cientos de celebridades en un mismo lugar, y como tal, resulta inevitable que se produzca algún encuentro incómodo. Este año, el más comentado de todos lo protagonizaron Kanye West y Taylor Swift, los dos enemigos jurados más famosos del mundo de la música.
La cantante había acudido al evento para apoyar a su novio Travis Kelce, que acabó ganando el partido con los Kansas City Chiefs, y se rumoreaba que ella utilizó su influencia para que expulsaran al rapero cuando se dio cuenta de que estaba sentado frente a su suite VIP.
A Kanye no le han hecho ninguna gracia esos rumores y ha respondido a través de Instagram para asegura que su esposa Bianca y él simplemente se marcharon a una parte diferente del estadio Allegiant por voluntad propia para ponerse al día con sus amigos.
En ese mismo mensaje, Kanye ha dado a entender que da por cerrado su enfrentamiento con Taylor. Echando la vista atrás y haciendo balance, él considera que ha sido más útil que perjudicial en la carrera de la estrella del pop, y afirma que él fue el primero en defenderla cuando Scooter Braun -amigo suyo- compró los ‘masters’ de los seis primeros discos de la cantante sin el beneplácito de Taylor.
«Beyoncé y ella son grandes inspiraciones para todos los músicos; siempre hablamos de cómo ambas agotan [las entradas de sus] giras y películas», ha escrito. «A todos los fans de Taylor Swift, no soy vuestro enemigo, aunque tampoco soy vuestro amigo».
Ahora bien, no parece que Taylor esté tan lista para pasar página. En la entrevista en profundidad que concedió a la revista Time hace unos meses, todavía hablaba del daño psicológico que le causaron el rapero y su antigua esposa Kim Kardashian a lo largo de los altibajos que atravesó su relación profesional.
Todo comenzó en 2009 cuando Kanye interrumpió su discurso de agradecimiento en los MTV VMA para asegurar que Beyoncé se merecía el premio que acababan de entregarle a la joven cantante, que por aquel entonces tenía 19 años. Poco después entraron en un período de paz, durante el que se presentaban ante el mundo como amigos, según Taylor, porque ella todavía buscaba conseguir a toda costa su aprobación y respeto.
Por eso aceptó encantada la propuesta de Kanye cuando él la llamó seis años más tarde para pedirle por favor que presentara un galardón que le iban a entregar en otra gala de premios de la MTV. Para su sorpresa, Kanye aprovechó aquella oportunidad para afirmar en tono jocoso que la cadena televisiva solo había recurrido a ella para aumentar la audiencia, sin reconocer en ningún momento que había sido él quien la había invitado personalmente.
La historia no acabó ahí. En 2016 llegó el momento de ruptura total cuando Kanye publicó la canción ‘Famous’, donde utilizaba una palabra malsonante para referirse a la cantante y se atribuía el mérito de haberla hecho famosa. El rapero sostenía que Taylor estaba al tanto de la letra, y ella sigue afirmando a día de hoy que él sólo le mostró una versión convenientemente editada.
Aquello marcó el inicio de una de las épocas más duras para la artista cuando Kim Kardashian -que por aquel entonces todavía estaba casada con Kaye- la acusó de ser una víbora y publicó un vídeo de la llamada telefónica que Kanye había mantenido con Taylor para explicarle en teoría de qué iba la canción de la discordia y en el que, todo sea dicho, no se le escuchaba mencionar en ningún momento el insulto que utilizó más tarde para referirse a ella.
Taylor ha dejado claro que no quiere saber nada de Kanye y que aún no le ha perdonado. Sin embargo, parece que él tampoco está dispuesta a que sigan pintándole como el malo de la película e inventando rumores acerca suyo que considera que esparcen los fans de Taylor.
«El año pasado fue increíblemente difícil para mí, mi esposa, mis hijos, amigos y familia. Me han prohibido entrar en hoteles, me han echado de empresas e incluso no me permiten comer en algunos restaurantes», ha asegurado. Esos vetos fueron provocados, todo sea dicho, por las declaraciones antisemitas que él mismo realizó en varias ocasiones y por las que se disculpó hace unos meses, aunque recientemente insistió en que tiene derecho a opinar como quiera.