Para Pedro Infante el cine era sólo un cuento de hadas en el que jamás podría estar, pero contrario a lo que él imaginaba, terminó convertido en el ídolo de México gracias a las más de 60 películas en las que participó durante casi dos décadas de carrera.
Infante nació el 18 de noviembre de 1917 en el puerto de Mazatlán, en Sinaloa. De origen humilde, tuvo que abandonar la escuela cuando aún era un niño para trabajar.
El gusto por la música también comenzó en su infancia y a la par de otras labores como la de tallador o carpintero, el adolescente Pedro ya se hacía de un lugar en Guamúchil como cantante.
Su romance con María Luisa León, una mujer diez años mayor que él, influyó en su decisión para mudarse a la Ciudad de México, donde la vida de Pedro cambiaría de manera radical con el paso de los años.
“Sólo teníamos amor, juventud y miseria, tres fuerzas para seguir adelante”, recordó María Luisa en una entrevista para el periódico El Universal en 1971.
En esa misma charla, quien fuera la primera esposa de Infante recordó que ella misma lo ayudaba a vestir y peinar cuando él ya se presentaba en el cabaret de un hotel de la Ciudad de México.
Su historia de amor se dio en medio de una gran pobreza, pues comían sólo una vez al día, pero las cosas cambiaron una vez que se mudaron a la capital.
En 1938 Pedro cantaba ya en la estación de radio XEB y en un centro nocturnoA. Por aquel entonces la idea del cine no era algo con lo que siquiera pensaba.
Así se lo confesó a su amigo Carlos Franco Sodja.
«Yo nunca me veré en películas. Eso queda para los bonitos, para los elegantes y ricos, para los guapos y famosos, no para mí, que soy un pobre diablo, un cancionerito gacho… para mí eso del cine es como un cuento de hadas, como visitar el país de las maravillas o el mismo cielo»
Pedro no sólo tocó ese cielo, se convirtio en un huésped distinguido de ese país de las maravillas.
Gracias a la mancuerna que hizo con el director Ismael Rodríguez, Infante fue el ídolo gracias a películas como Los Tres García, Nosotros los pobres, Los tres huastecos, La oveja negra y Pepe el Toro.
Muy lejos quedó su época de privaciones, pues él mismo reconoció que era millonario, en la última entrevista que ofreció, a Bekima Fernand en Lima, meses antes de morir y descartó que algún día tuviera que volver a la carpintería para sobrevivir.
Y también muy lejos estaba la idea de que no estaría en el cine, aunque no por ello descartaba ir más allá de la actuación.
“El cine cambió mi vida. Ahora bien, me disgusta el no poder sacar más partido a mi trabajo. Quiero dirigir, soy de los que observan con atención las cámaras, decorados y máquinas en general. En fin, quiero superarme en mi trabajo artístico”.
Pedro Infante no pudo cumplir su meta de ser director. El 15 de abril de 1957 la muerte lo sorprendió en un trágico accidente aéreo.
En la cúspide de su carrera, Infante abordó en el aeropuerto de Mérida un avión carguero, un Consolidated B-24 Liberator, matrícula XA KUN.
La nave había alcanzado ya los 20 metros de altura cuando se desplomó en el patio de una casa en Mérida. Fue ahí cuando terminó la vida de Infante, pero nació la leyenda del ídolo de México.