En pleno año electoral en Argentina, una ola de rumores sobre que Netflix emitiría una serie sobre la supuesta corrupción del kirchnerismo reabrió el debate sobre cuánto pueden influir en la democracia las nuevas tecnologías.
Algunos usuarios de esa plataforma de ‘streaming’ empezaron una campaña en la Red para darse de baja con la etiqueta #ChauNetflix, mientras que la empresa se desvinculó oficialmente de esa presunta noticia y afirmó que no tuvo ni tiene vinculación con el producto.
¿Qué efectos puede tener la ficción en la política real?
‘Codicia’
El tráiler de la serie ‘Codicia’ (disponible en línea) empieza con una muerte en El Calafate el 27 de octubre de 2010: se ve cómo un hombre envuelto en un pijama a rayas cae al costado de la cama, se rompe un reloj y se escuchan gritos de fondo. Suena una voz que simula ser la de Cristina Fernández de Kirchner y aparece de espaldas y mirando por la ventana de la Casa Rosada una figura femenina muy parecida a la de esa mujer.
Segundos después, un bombardeo de imágenes de archivo: los noticieros anuncian el fallecimiento del expresidente Néstor Carlos Kirchner. Un compendio de escenas se superpone: autos lujosos, fiestas, cuadernos, un hombre contemplando montañas de dinero y preguntándose en voz alta: «¿Dónde carajo guardamos toda esta guita?». Como final, se escucha la voz en ‘off’ del periodista argentino detrás de esa producción, Jorge Lanata: «Todo esto fue real».
Este video del adelanto, junto con el rumor de que saldría por Netflix, circuló esta semana en redes y medios de Argentina, generó enojo e indignación y dio inicio a una campaña para darse de baja de esa plataforma. El ‘hashtag’ #ChauNetflix fue ‘trending topic’ durante horas y algunos definieron el producto como ‘operación macrista’, ‘serie injuriosa’ o ‘campaña sucia’.
En una columna de opinión del diario Página/12, el periodista Mempo Giardinelli escribió que «sostiene desde hace años» que Netflix «es actor principal en la tarea de manipular a los pueblos. Y si esta afirmación genera resistencias, bueno, no lo reconozca quien no quiera, pero la tele, los sistemas de cable y ahora Netflix como sistema planetario son la garantía de engaño a los pueblos».
La propia compañía empleó su red social para desmentir la versión, proponer un nuevo ‘hashtag’ (#HolaFalsoRumor) y desvincularse de lo que estiman que fue ‘fake news’.
El periodista Jorge Lanata, expreso opositor del kirchnerismo, está a cargo de la producción de la serie y comentó el escándalo en su programa de radio: «Me llama la atención que les dé tanto miedo una miniserie. Más miedo debió darles la realidad, cuando todo esto pasó», dijo.
Ese comunicador confirmó que difundirá el producto de cualquier modo: «Si no puede salir en ningún lugar, yo voy a ir a cada cumpleaños de 15 con una pantalla. Voy a juntar a la gente alrededor y les voy a hacer ver ‘Codicia'», declaró.
La fina línea entre ficción y realidad
El debate se da en un contexto muy especial en Latinoamérica en general y en Argentina en particular. No solamente este año hay elecciones nacionales, sino que la hasta ahora principal opositora, Cristina Fernández de Kirchner, enfrenta múltiples procesos judiciales.
Algunos lo llaman ‘justicia’, pero otros denuncian que es parte de un fenómeno regional: el ‘law fare’. Es decir, la tergiversación de los procesos con fines políticos y guiados por calendarios electorales.
El fenómeno es acompañado por títulos atractivos en los medios de comunicación, como ‘la ruta del dinero K’, ‘la corrupción de los cuadernos’ o ‘los bolsos de López’ y es de esos mismos símbolos de los que se abastece el relato de la potencial serie.
Aunque Lanata aclaró que la serie será «un 70 por ciento ficción», en el propio relato del tráiler queda tan claro cuando se afirma «todo esto es real».
Queda así planteada una de las principales paradojas al momento de emitir un producto ambiguo y recuerda a la serie ‘El mecanismo’, lanzada por Netflix en marzo de 2018.
También se estrenó en pleno año electoral brasileño y los ocho episodios pretendían explicar el circuito de corrupción basado en el caso conocido como Lava Jato. El hilo del relato lo llevaba el personaje de un policía obsesionado con descubrir el entramado de coimas, beneficiarios, intereses espurios y favores políticos.
Aunque en cada capítulo una mensaje recordaba que «el programa es una obra de ficción inspirada libremente en hechos reales», aparecían representados (con nombres distintos, pero aspectos similares) las figuras protagonistas de la política brasileña.
Entre ellos, se veía a Sergio Moro (entonces juez de la causa Lava Jato y ahora ministro de Justicia y Seguridad Pública del Gobierno de Jair Bolsonaro), Dilma Rousseff (destituida mediante un ‘impeachment’ a mitad de 2016) y Lula Da Silva (expresidente y ahora preso).
Los dos últimos criticaron la serie por difundir mentiras (e incluso inventarlas) y mostrarlos como corruptos. Entonces, en las redes brasileñas también se difundió un ‘hashtag’: #DeleteNetflix.
Democra-flix
La llegada global de Netflix —según afirman ellos mismos— es de 130 millones de suscriptores y más de 190 países.
Por momentos, la empresa busca despegarse de las discusiones respecto de su rol, como cuando Reed Hastings (fundador y director) dijo en una entrevista: «No queremos hacer ni imperialismo cultural ni ser antiimperialistas. Nuestra agenda es lograr que la gente sea feliz».
Sin embargo, en otras oportunidades coquetea con los límites, como en el ‘spot’ publicitario en el que la actriz mexicana Kate del Castillo afirma que Netflix es «como una democracia, pero que sí funciona» y que «busca el bien común».
Menos claro queda cuando es el ‘merchandising’ el que opera: basado en la serie ‘El mecanismo’, Netflix inauguró un ‘Comercio de la corrupción’ en el Aeropuerto de Brasilia (Brasil).
En ese local se podían comprar cámaras ocultas en corbatas, ropa interior con bolsillos para guardar dinero mal habido e, incluso, fundas modernas para cubrir una tobillera electrónica. Su lema es «usted está fuera de la ley, pero dentro de la moda».
No es la primera vez que Netflix queda en medio de graves escándalos: los han acusado de eliminar del catálogo saudita un episodio de un programa humorístico que criticaba al príncipe heredero Mohamed bin Salmán y de mostrar a los mexicanos como una sociedad «superficial» en ‘Made in México’.
También tienen una denuncia de plagio por la serie de Pablo Escobar y se ha visto con sospecha que planea lanzar una serie de Barack y Michelle Obama contra Donald Trump.