La cantante Britney Spears tiene motivos para sonreír, al menos en el plano económico. Fuentes de su entorno han sacado a relucir los elevados ingresos que obtuvo la diva el año pasado, nada menos que 40 millones de dólares procedentes de los ‘royalties’ de sus canciones, de las ventas de sus perfumes y, sobre todo, del éxito comercial cosechado con su libro de memorias ‘La mujer que soy’, publicado el pasado octubre.
«El dinero no es un problema para ella», aseguran desde su círculo cercano a la revista Us Weekly, sin duda en referencia a los dos frentes judiciales que la estrella consiguió cerrar entre finales de abril y principios de mayo. Muy a su pesar, «furiosa» en sus propias palabras, la artista cedió a las pretensiones de su padre Jamie y se comprometió a abonarle dos millones de dólares en concepto de costes legales ligados a sus 13 años de tutela. Una semana después, Britney y su exmarido, Sam Asghari, llegaban a un acuerdo definitivo para finalizar su proceso de divorcio, nueve meses después de su separación.
Hay que recordar que, en su autobiografía, la princesa del pop se despachaba a gusto con su familia, atacando duramente a su padre Jamie por los supuestos abusos cometidos durante más de una década de control sobre su vida y sus finanzas. También acusaba a su madre Lynne y a su hermana pequeña, Jamie Lynn, de haber contribuido con su pasividad y su silencio al infierno que vivía. Por si eso no fuera suficiente, Britney reveló que se había quedado embarazada durante su relación con Justin Timberlake, y sugería que el cantante la había presionado para que abortara.
La expectación por conocer los entresijos de su etapa más oscura hizo que el libro se convirtiera rápidamente en un súper ventas. Pero la satisfacción que Britney extrajo de su debut como escritora, según explicaba meses antes de la publicación del libro, fue la de poder narrar su experiencia en primera persona y sin ataduras.
Tras más de una década silenciada, la artista por fin exprimía al máximo su libertad, arropada además por su fiel marido, el bailarín Sam Asghari. Sin embargo, la alegría le duró poco: Sam solicitó el divorcio tras un año escaso de matrimonio y, a partir de entonces, la celebridad volvió a preocupar a sus seguidores con su errático comportamiento en las redes sociales, acompañado de encendidas soflamas contra todas las personas que, a su entender, la habían traicionado.