Buscadores voluntarios dicen haber hallado un crematorio clandestino a la orilla de Ciudad de México.
Es la primera vez en memoria reciente que alguien dice haber hallado ese tipo de depósito de cadáveres en la capital. En el norte de México, los carteles de la droga suelen usar barriles llenos de diésel o sustancias cáusticas para incinerar o disolver restos humanos, pero hasta ahora ha habido escasa evidencia de ello en la Ciudad de México.
Ceci Flores, la líder de uno de los colectivos de madres buscadoras en el norte de México, anunció en redes sociales el martes que su equipo halló huesos alrededor de un pozo chamuscado en las afueras de la ciudad.
Añadió que fueron hallados restos óseos, fosas clandestinas y cédulas de identidad en una zona rural en el sur de la capital.
Fiscales de la Ciudad de México emitieron un comunicado diciendo que están investigando la naturaleza de los restos hallados, y si son restos humanos. Añadieron que están revisando imágenes de cámaras de seguridad y buscando posibles testigos.
El descubrimiento, de confirmarse, sería un bochorno político para el partido gobernante de la Ciudad de México, según el cual la capital ha eludido gran parte de la violencia de los carteles narcotraficantes que aflige a otras partes del país.
Ello se debe en gran parte a la densa concentración de la ciudad, su tráfico notoriamente lento, su extensa red de cámaras de seguridad y su abultada fuerza policial, que posiblemente le dificulta a los criminales actuar de la misma manera que lo hacen en las provincias.
Pero si bien la ciudad tiene 9 millones de habitantes y la zona metropolitana 20 millones, gran parte del sector sur sigue siendo una combinación de granjas, bosques y montañas. En esas zonas, no es inaudito que los criminales arrojen en las calles cadáveres de personas secuestradas, pero rara vez las queman o entierran.
Buscadores voluntarios como Flores suelen llevar a cabo sus propias investigaciones, a veces en base a pistas de antiguos criminales, porque el gobierno no ha podido ayudar. Los buscadores se han enojado por una campaña gubernamental para hallar a personas desaparecidas revisando su dirección conocida más reciente, para ver si quizás regresaron sin avisarle a las autoridades.
Los activistas sostienen que eso no es más que un intento por reducir la cifra de desaparecidos, que es políticamente embarazosa.
Los buscadores, en su mayoría madres de los desaparecidos, por lo general no tratan de llevar a la justicia a nadie. Dicen que solo quieren hallar los restos de sus seres queridos.
El gobierno mexicano ha invertido poco en hallar a los desaparecidos. Los voluntarios hacen el papel de los inexistentes equipos oficiales, al buscar fosas clandestinas donde los cárteles han escondido a sus víctimas. El gobierno no ha financiado ni implementado una base de datos genética que pueda ayudar a identificar los restos hallados.
Los familiares de las víctimas suelen depender de pistas anónimas, a veces de antiguos sicarios, para hallar posibles fosas comunes. Suelen introducir largas varas metálicas en la tierra para detectar el olor de cuerpos en descomposición.
Si hallan algo, lo más que hacen las autoridades es enviar policías y un equipo forense para extraer los restos, que en la mayoría de los casos nunca son identificados. Pero las búsquedas sistemáticas han sido inusuales en la Ciudad de México.
Por lo menos siete activistas que buscaban a algunas de las más de 100.000 personas desaparecidas en México han sido asesinados desde 2021.
Y en nuestro país la oposición dice que esta armando un engranaje poblacional para armar un frente amplio y derrocar al tirano, la paz social que vive nuestro país los enferma convulsionando y escupiendo estupideces.