El esfuerzo masivo de socorro internacional se intensificó hoy cuando los sobrevivientes revelaron detalles horripilantes de las secuelas del destructivo huracán. Una de ellas, Alicia Cooke, se echó a llorar cuando reveló: «Todo se ha ido, la gente está empezando a entrar en pánico. Saquear, saquear, se están matado a tiros por agua y comida».
El huracán Dorian, una tormenta de categoría 5, tocó tierra en Bahamas el domingo como una de las tormentas atlánticas más poderosas de la historia- con vientos máximos sostenidos alcanzaron los 295 kilómetros por hora con algunas ráfagas de hasta 220.
La magnitud total de la tormenta aún se desconoce puesto que la isla se encuentra aún bajo agua, situación que prohíbe el aterrizaje de vuelos y solo realizar evaluaciones aéreas iniciales.
El primer ministro bahameño, Hubert Minnis, dijo el jueves a CNN que al menos 30 personas murieron por el huracán, que causó una «devastación generacional».
Personal para labores funerarias y refrigeradores para almacenar cuerpos fueron enviados a la región para ayudar a las autoridades, informó el ministro de Salud, Duane Sands, a medios locales. Sobre la cantidad de víctimas mortales, declaró: «Permítanme decir que creo que el número será impactante».
«Infierno en todas partes»
La extensión del daño en el norte de Bahamas comenzó a conocerse el jueves, a medida que los equipos de socorro lograban recorrer el área para rescatar sobrevivientes y llevar ayuda a las víctimas.
«Es un infierno en todas partes», dijo Brian Harvey, un canadiense de Montreal en Gran Ábaco. «Estaba en mi velero (…) Lo perdí todo».
«Necesitamos salir de aquí», agregó. «Han pasado cuatro o cinco días. Es hora de moverse y salir de aquí».
Steven Turnquest, quien llegó a la capital de Bahamas, Nassau, desde Marsh Harbour con sus hijos de cuatro y siete años después de capear la tormenta, le dijo que estaba agradecido de estar vivo. «Sobreviví al huracán aferrado a una puerta», contó.
En medio del temor a que la delincuencia se aproveche del caos en la zona devastada, el primer ministro Minnis advirtió que cualquier saqueador será castigado «con todo el peso de la ley», y afirmó que se habían desplegado agentes adicionales de las fuerzas de seguridad.
Helicópteros estadounidenses y británicos llevaban a cabo evacuaciones médicas, evaluaciones aéreas para ayudar a coordinar los esfuerzos de socorro y vuelos de reconocimiento para conocer los daños.
La Guardia Costera de Estados Unidos dijo que había rescatado a 201 personas en las Bahamas hasta el jueves. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU sostuvo que tenía ocho toneladas de comidas prontas para llegar a las Bahamas.
El lento y monstruoso huracán también azotó el jueves la costa de Carolina del Sur y la histórica ciudad de Charleston, generando varios tornados, pero no hubo informes inmediatos de víctimas.
Muchos residentes de las zonas costeras de las Carolinas acataron las órdenes de evacuación mientras otros protegieron sus hogares con tablones y se preparaban para enfrentar a Dorian.
Se espera que la tormenta se traslade al sureste de Nueva Inglaterra entre el viernes por la noche y el sábado por la mañana, y continúe a través de Nueva Escocia a última hora del sábado.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tuiteó que había hablado con los gobernadores de Carolina del Norte y del Sur, diciéndoles que está «listo para ayudar».