En su sexto día de confrontación, el conflicto entre Israel e Irán ha generado una fuerte oleada de tensión en los mercados energéticos. El precio del petróleo ha subido alrededor de un 10 %, acercándose a máximos de cinco meses, debido al temor de que Estados Unidos se involucre y el estratégico Estrecho de Ormuz sea cerrado.
Expertos destacan que, aunque el estrecho sigue operativo, el riesgo de bloqueo —ya mencionado por altos mandos iraníes— reaviva consideraciones sobre su posible cierre, lo que significaría la interrupción de hasta el 20 % del tráfico petrolero mundial.
Según datos recientes, el barril de Brent supera los 76 USD, mientras que el West Texas Intermediate (WTI) ronda los 73 USD . Analistas de ING y Rabobank advierten que un cierre prolongado del Estrecho podría elevar los precios hasta 120–150 USD por barril, afectando la inflación global.
El mercado, especialmente el sector energético y de transporte, registra una volatilidad histórica, con aumentos en primas de riesgo y tarifas marítimas. Inversionistas revisan sus carteras ante escenarios desde impactos fiscales hasta posibles represalias militares de EE.UU.
Mientras el Estrecho de Ormuz permanece abierto por ahora, el temor de nuevas provocaciones —como interferencias electrónicas o ataques a navíos— mantiene a los mercados en vilo. Un evento extra puede devenir en una crisis energética con ramificaciones económicas amplias.