El papa Francisco dijo este domingo que el Vaticano medió en la crisis de Venezuela pero que este intento «fracasó, no anduvo».
Durante una entrevista concedida a la cadena española de televisión La Sexta y emitida la noche del domingo, el papa reconoció que el Vaticano «medió» oficialmente con el grupo creado al efecto.
«Yo no hice juicio de valor. Sí hablé con (el ex jefe de Gobierno de España, José Luis) Rodríguez Zapatero cuando la cosa (diálogo en Venezuela) estaba por terminar. De acá, de la Santa Sede, fueron dos (…) estuvo en el grupo de mediación, pero la cosa fracaso, no anduvo».
El sumo pontífice añadió que luego hubo «conatos de la Santa Sede, incluso comunicaciones de la Secretaría de Estado, después mediaciones discretas, extraoficiales, puentes que han ayudado un poquitito pero no se terminaba de resolver eso».
Preguntada su opinión sobre Nicolás Maduro, Francisco ha dicho que es difícil «hacerse una» en los dos encuentros que ha mantenido con el mandatario venezolano «antes de que se agudizara mucho la cosa», pero en los cuarenta minutos que duró su primera y la media hora que se prolongó la segunda lo vio «muy convencido de lo suyo».
Mientras, la que celebró con Trump, una «persona que tiene su proyecto y su plan», fue una visita «muy protocolar y muy corta», ha asegurado Bergoglio, quien ha añadido que si tuviera que elegir entre tomarse un café con Maduro o con el presidente estadounidense, lo haría «con los dos».
En relación a la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos, que promueve el Gobierno español, el papa Francisco dijo no haber participado en las comunicaciones entre el Gobierno y la Santa Sede al respecto, y añadió: «No tengo opinión».
Sí defendió, sin embargo, «el derecho a la verdad sobre lo que pasa, el derecho a una sepultura digna, a encontrar los cadáveres», un derecho que es de la familia y de la sociedad, porque «una sociedad no puede sonreír al futuro teniendo sus muertos escondidos».
El papa dedicó buena parte de la entrevista al drama de la inmigración, censurando «la insensibilidad o la injusticia» de que a una persona que migra en busca de una vida mejor se «le cierre la puerta».
Y mientras países como Líbano o Jordania acogen millones de refugiados, «la madre Europa se volvió demasiado abuela, se envejeció de golpe»; aunque el problema más grave, en su opinión, es que haya olvidado ya «cuando sus hijos iban a golpear las puertas de América».
«Pero es tal la inconsciencia que parece lo más natural, nos hemos acostumbrado a esto. El mundo se olvidó de llorar, esto es lo más inhumano que hay, esto demuestra hasta dónde es capaz de descender la inhumanidad de una persona», ha censurado con una de estas cuchillas en las manos.