Laura Elizabeth Maradiaga Alvarado es una niña salvadoreña de 11 años de edad que debido a un error de una corte de migración , enfrenta una orden de deportación a El Salvador.
Laura junto a su madre Dora Elizabeth Alvarado y su hermana Adamaris ingresaron a Estados Unidos de manera ilegal, fueron detenidas en la frontera y luego liberadas para presentar a una solicitud de asilo..
La jueza Clarease Rankin Yates ordenó la deportación de Laura por no presentarse a la corte el 12 de marzo de 2019. Pero en realidad el citatorio para la niña no llegó y sí se recibieron esos documentos para su mamá y una de sus hermanas.
«La demandada no se presentó» en la corte el 12 de marzo de 2019 a la 1:30pm. Esa era la razón por la que la jueza ordenaba la salida de Estados Unidos de la niña. Y la realidad es que Laura, su madre y su hermana Adamaris, las tres, se presentaron juntas en esa cita, que era la primera para todas. Pero Laura no fue hallada en el sistema ese día y la madre, preocupada, le preguntó a una intérprete de la corte qué hacer: «La traductora cometió el error de decirles que todo iba a estar bien», dice César Espinosa, director ejecutivo de la organización pro defensa de los inmigrantes FIEL. Él cree que ella debió recomendarle hablar con un abogado o alguien que al menos pudiera explicarle qué debía hacer.
La abogada de la familia pedirá que el caso sea reabierto y se solicitará a la jueza que note que el error fue cometido por la corte. En caso que se niegue, se apelará esa decisión. En el escenario más desfavorable para la niña, ella sería deportada a El Salvador sin su familia.
«No es justo que en las cortes no se aseguren de que estos errores no se cometan», dice Silvia Mintz, la abogada que la defenderá. «Es una injusticia la que se está cometiendo en su caso. Ella se presentó a la corte, no fue error de ella sino de los secretarios de la corte», agrega.
«Esta familia estaba haciendo lo correcto, nunca perdieron una corte e hicieron lo que les pidieron. No están corriendo de inmigración, no se están escondiendo», criticó Espinosa.
En El Salvador, Laura solo tiene a su abuelo de 75 años. El resto de la familia cayó en desgracia con la pandilla Barrio 18 desde que uno de sus tíos fue testigo de un crimen. A él lo mataron de un machetazo en el estómago. Los siguientes asesinados fueron cuatro de sus primos y otros dos están desaparecidos.
«Me siento muy mal de dejar a mi familia, que me deporten sin nadie que me reciba allá», dice Laura, que asegura que lo que más disfruta es ir a su colegio en Houston y sus clases de matemática. «Ya sufrimos demasiado con las muertes de mi familia y mi papá, y ya no quiero sufrir más dejando a mi familia aquí».
Las tres mujeres tuvieron más razones para huir de su país el pasado cinco de octubre. Adamaris, de 15 años, recibió amenazas de otro pandillero: que si no se convertía en su novia, su mamá sufriría las consecuencias. El miedo la paralizó y ya no quiso volver a la escuela, ir a la tienda o simplemente salir de la casa. La madre se dedicó a trabajar y a ahorrar algo dinero para dejarlo todo en El Salvador y comenzar una nueva vida en Estados Unidos.
Dora no quisiera volver a El Salvador, pero es una posibilidad sobre la mesa: «Le dije que si la deportan me voy con ella. Es la última chiquita y por qué la voy a dejar ir sola. Corre el mismo riesgo que el resto de mis familiares asesinados» dijo la madre de Laura.