EnThe Last Movie Star, una de sus últimas apariciones en las pantallas, Burt Reynolds encarnaba a una exestrella en horas bajas, un macho alfa que medio siglo antes había reinado en la taquilla y en los corazones de todo el mundo.
Ese actor recibía el homenaje de una panda de «freakies» que le recordaban que aunque su cine y su comportamiento fueran de otro siglo aún hay gente que disfruta de un guiño a destiempo, de una broma censurable por la corrección política y de un pecho peludo.
Reynolds se estaba interpretando a sí mismo incluso cuando recordaba que durante cinco años consecutivos, de 1978 a 1982, sus películas fueron las más taquilleras. O que en octubre de 1979 se convirtió en el segundo hombre en aparecer desnudo en la portada de Playboy (ya se había desnudado en 1972 en Cosmopolitan).
Y aunque quedará la leyenda –Reynolds nunca ganó el Oscar, probablemente tampoco lo necesitó-, su cuerpo, el de Burton Leon Reynolds Jr. se apagó ayer en Jupiter (Florida) a los 82 años, de un paro cardíaco, ya que llevaba tiempo arrastrando problemas del corazón.
DIOS lo reciba en su seno.
Un gran actor, sentido pésame a su familia