Siria, el actual epicentro de una escalada en medio de una guerra de 13 años en la que se enfrentan actores de Occidente, Rusia y Medio Oriente. Una nueva secuela de los golpes de Israel a los aliados de Bashar al-Assad que alteran el estado de una región ya convulsionada.
Este lunes 2 de diciembre, decenas de milicias respaldadas por Irán entraron en territorio sirio, desde Irak, en ruta al norte del país para respaldar al Ejército de Bashar al-Assad, que por primera vez, desde el inicio de la guerra civil en 2011, perdió el control de Alepo, la segunda ciudad más importante del país, según reportó el domingo el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Un resultado de la ofensiva relámpago que desde el pasado miércoles 27 de noviembre lanzaron grupos rebeldes y yihadistas, liderados por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), designada en Occidente como una organización terrorista.
Ante el punto de inflexión del conflicto de más de 13 años, los aliados de Al-Assad buscan ayudarlo a aferrarse al control de esa importante zona, tal y como hicieron en 2016, cuando la intervención de Rusia permitió a las tropas progubernamentales recapturar Alepo de manos de los yihadistas y, hasta ahora, mantener el dominio del 70% del territorio nacional. Moscú resultó crucial para que al-Assad se mantuviera en el poder.
Este lunes, también cruzaron a Siria, cerca de Al Boukamal, decenas de combatientes del grupo iraquí Hashd al Shaabi, otra formación respaldada por Irán, que intenta reactivar su asistencia al régimen sirio.
Los sangrientos ataques desde el pasado miércoles dejan más de 400 muertos, la mayoría combatientes de los dos bandos, pero también civiles.
En los bombardeos lanzados en las últimas horas sobre Alepo e Idlib por parte de aviones iraníes y rusos, al menos 11 civiles fueron asesinados, incluidos cinco niños y dos mujeres, según la última actualización del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Reino Unido, que desde hace décadas monitorea este conflicto con colaboradores en el terreno.
“Hace unas horas, tres ataques aéreos con misiles de vacío apuntaron a la ciudad de Alepo, mientras que otros ataques aéreos apuntaron a posiciones en Al-Saferah en el campo oriental de Alepo, la ciudad de Khan Shaykhoun en el campo sur de Idlib. Los ataques aéreos también tuvieron como objetivo posiciones en diferentes ciudades y pueblos de la zona rural del norte de Hama”, reportó este lunes el OSDH.
La renovada guerra en Siria es una secuela de los ataques de Israel en Medio Oriente
Rusia e Irán respaldan a las fuerzas de Al-Assad, al igual que las milicias apoyadas por la República Islámica, incluido Hezbolá. Pero en los últimos meses, los golpes de Israel han causado importantes pérdidas que debilitan tanto a Teherán como al grupo chiita libanés.
Un momento propicio para los grupos contrarios al régimen sirio, cuyos aliados debieron enfocarse en sus propios enfrentamientos con el Estado de mayoría judía.
Mientras tanto, el 30% del país que no está bajo el control de Al-Assad se mantiene en manos de una serie de fuerzas de oposición y tropas extranjeras. Estados Unidos tiene alrededor de 900 uniformados en el noreste de Siria, lejos de Alepo, para protegerse contra un potencial resurgimiento del autodenominado grupo Estado Islámico.
Tanto Washington, como Israel, llevan a cabo ataques ocasionales en territorio sirio contra las fuerzas gubernamentales y las milicias aliadas de Irán. Turquía también tiene fuerzas en Siria y una importante influencia en la amplia alianza de fuerzas de oposición que ahora asaltan Alepo.
El aumento de los combates plantea la posibilidad de que se abra de nuevo otro frente violento en Medio Oriente, en un momento en el que Israel, con el apoyo de Estados Unidos, golpea a Hamás en Gaza y a Hezbolá en el Líbano, dos grupos aliados de Irán.
Después de años con pocos cambios importantes en el territorio entre las partes en guerra, ahora los combates tienen «el potencial de ser muy, muy importantes y potencialmente cambiar el juego», si las fuerzas del Gobierno sirio resultan incapaces de mantener su posición, remarcó Charles Lister, analista de Siria del Middle East Institute, con sede en Estados Unidos.
Entre los riesgos está el hecho de que el autodenominado Estado Islámico vea la escalada del conflicto como una oportunidad para fortalecerse, grupo que, según EE. UU., fue derrotado territorialmente en 2019.
Fuerzas kurdas empiezan a retirarse del noreste de Alepo
Las fuerzas kurdas de las Unidades de Protección Popular YPG, otro actor importante en el conflicto de más de una década, que provee respaldo al Ejército sirio y son consideradas terroristas por Turquía, comenzaron a retirarse de las zonas bajo su control en el sector noreste de la ciudad de Alepo, en virtud de un acuerdo con las fuerzas rebeldes, según indicaron este 2 de diciembre fuentes rebeldes y un residente.
El acuerdo para retirarse de Sheikh Maqsoud y Bustan al Basha, así como de otras zonas de la ciudad permite a los civiles marcharse a zonas del noreste de Siria bajo control kurdo, agregaron las fuentes.
Horas antes, esas fuerzas señalaron que se encontraban evacuando a civiles kurdos de varias zonas de la provincia de Alepo, ante la ofensiva de los grupos proturcos.
Entretanto, las fuerzas aéreas sirias y rusas siguen atacando posiciones en manos de los rebeldes en la zona rural oriental de Alepo, matando e hiriendo a decenas de insurgentes, según un comunicado de la oficina del primer ministro sirio publicado este lunes.
Tras la toma de Alepo, los adversarios de Al-Assad buscan el control de Hama, que se convierte en una prueba de fuego para el régimen sirio, ya que la ciudad está rodeada de zonas que el Ejército local controla.
Su eventual pérdida abriría la posibilidad de la caída del régimen de al-Assad, como subrayó en France 24 el analista y politólogo Farid Kahhat.
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