Fosas comunes, cuerpos que nadie reclama. A medida que la Ciudad de Nueva York se enfrenta a un creciente número de muertos por coronavirus y a la disminución del espacio de la morgue, la alcaldía ha reducido la cantidad de tiempo que retiene a los restos no reclamados antes de que sean enterrados en el cementerio público de la ciudad: según la nueva política, la oficina forense mantendrá los cadáveres almacenados durante solo 14 días antes de que sean sepultados en el campo de alfareros de la ciudad en Hart Island
Normalmente, unos 25 cuerpos a la semana son enterrados en la isla, principalmente para personas cuyas familias no pueden pagar un funeral o que no son reclamados por sus parientes. Sin embargo, en los últimos días, las operaciones de entierro han aumentado de un día a la semana a cinco días a la semana, con alrededor de 24 entierros cada día, dijo el portavoz Jason Kersten.
Las imágenes aéreas tomadas por varias agencias de noticias muestran a trabajadores cavando tumbas en la isla, una franja de tierra de acceso restringido a una milla del Bronx que es el lugar de descanso final para más de un millón de neoyorquinos, en su mayoría indigentes.
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Cerca de 40 ataúdes fueron alineados para el entierro en la isla este jueves, y se han excavado dos trincheras frescas en los últimos días.
Los entierros suelen ser realizados por los reclusos del complejo carcelario Rikers Island de la ciudad, pero durante la pandemia de coronavirus, el trabajo ha sido asumido por los contratistas.
Los funcionarios de la ciudad no han explicado si el aumento de los entierros se debe a la presión sobre las casas de sepelios para deshacerse de los cuerpos más rápidamente. El virus ha matado a cientos de residentes de la ciudad de Nueva York cada día esta semana.
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El conteo de los casos
“La cantidad de casos informados de COVID-19 no es un indicador muy útil de nada, excepto que uno sepa algo sobre el modo en que se realizan los análisis”, escribió Nate Silver en FiveThirtyEight, el sitio de periodismo de datos que fundó. Es que la polémica en torno a las estadísticas y cómo son incluidos los positivos genera controversia alrededor de todo el mundo. Más teniendo en cuenta que el epicentro del brote -China- ocultó de manera intencional las verdaderas cifras desde el inicio.
“De hecho, en algunos casos los lugares con menor número de casos nominales pueden estar peor”, señaló el autor de The Signal and the Noise: Why So Many Predictions Fail — But Some Don’t. “En general, una gran cantidad de análisis se asocia con una infraestructura médica más robusta y una respuesta más hábil del gobierno al coronavirus. Los países que realizan muchas tests también tienden a tener bajas tasas de mortalidad”. Ilustró: “Alemania, por ejemplo, que realiza unos 50.000 análisis por día —siete veces más que el Reino Unido— tiene más del doble de casos notificados que el Reino Unido, pero también ha tenido sólo alrededor de un tercio de las muertes”.
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Otros factores que complican la utilidad de las cifras, y dejan a la ciudadanía mirando una serie de números que crece y que, sin el contexto adecuado, se puede malinterpretar. Entre esos factores se destaca la demora de unas dos semanas en la notificación de los datos, ya que ese es el tiempo promedio que el SARS-CoV-2 tarda en causar síntomas: cuando se conoce que una persona está infectada, ya pasó 14 días infectando a otras, que a su vez infectaron a otras, y así. La cifra ya no sería 1 sino que estaría más cerca de 15, debido a la tasa exponencial de contagio.
Pero quizá el problema principal de las estimaciones actuales son las limitaciones materiales para realizar los análisis. Su objetivo no es juntar datos fieles, sino emplear los recursos escasos del sistema de salud —comenzando por el mismo kit de testeo— primero en los enfermos que más lo necesitan. No se está haciendo una suerte de censo o encuesta: se está tratando de evitar la mayor cantidad de muertes posibles.