La palabra que más repite Joênia Batista de Carvalho, una mujer de 44 años que es la primera parlamentaria indígena en la historia de Brasil, es ‘determinación’. En los próximos cuatro años, esta diputada batallará en un Congreso de mayoría conservadora y con un presidente, Jair Bolsonaro, contrario a la demarcación de tierras de los habitantes originarios.
Esta abogada, conocida como Joênia Wapichana por el nombre de su comunidad —que se encuentra en el estado brasileño de Roraima—, considera que todo el mundo tiene una misión en la vida y la suya es defender los derechos de los pueblos indígenas.
Wapichana fue la primera mujer indígena que estudió Derecho en la universidad, la primera en ir a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) a exponer la situación de los pueblos originarios, la primera en defender uno de esos casos con tan solo 30 años —el de la reserva Raposa Serra do Sol— en el Supremo Tribunal Federal de Brasil (STF) y la primera en estudiar una maestría en Estados Unidos.
El único precedente se remonta a los años 80 y era un hombre, el líder y político Mário Juruna, que fue el primer diputado indígena de Brasil. Por este motivo, la victoria de esa mujer en las elecciones de octubre de 2018 supuso un orgullo colectivo para las comunidades, que «todavía hoy lo festejan».
Para los comicios del pasado octubre, los líderes de las diferentes comunidades de Roraima eligieron a Joênia Wapichana como candidata a diputada federal.
«Vimos que había riesgo de que desde el Gobierno se retrocediese en todos los derechos indígenas, de que se fomentase el odio y la discriminación», con lo cual «fue una estrategia para tener una voz y una representación en el Congreso Nacional», comenta.
Hasta aquel momento no se había afiliado a ningún partido político, pero con el que más se identificó y al que se sumó fue Rede Sustentabilidade (REDE), liderado por la ecologista Marina Silva, excandidata a la presidencia.
Hace poco tiempo que trabaja como diputada en Brasilia y esta semana regresará a Roraima, «mi base», para explicar a las comunidades los avances que ha logrado.
En el escritorio de su gabinete, Wapichana guarda el programa con el que se presentó a las elecciones «para recordar siempre cuáles son mis compromisos». El derecho de los indígenas, las educaciones básica y superior, la salud y la lucha contra la corrupción son algunas de sus líneas de acción. Su despacho es el 231 y ese número no es casualidad.
«Lo escogí yo misma para que simbolice nuestra lucha», comenta, ya que el artículo 231 de la Constitución de Brasil reconoce «a los indígenas, su organización social, costumbres, lenguas, creencias, tradiciones y los derechos originarios sobre las tierras que tradicionalmente ocupan».
Su intención es que el 231 se convierta en el refugio de los indígenas que viajan hasta Brasilia para reclamar sus derechos. «Este es nuestro espacio», concluye Joênia Wapichana, que se ha convertido en la voz y la esperanza de los pueblos originarios de Brasil.