Un criador australiano aseguró que se arrepiente de haber creado mediante cruces una raza de perro ‘de diseño’ que parece un ‘monstruo de Frankenstein’ canino.
Todo empezó en la década de los 80 cuando Wally Conron, criador profesional, pensó en cruzar un caniche estándar con un perro Labrador con el objetivo de proporcionar un perro guía para una mujer ciega en Hawai cuyo esposo era alérgico a los perros.
La primera camada tuvo tres cachorros y como nadie los quería, el criador los publicitó en Australia como una novedad bajo el nombre de Labrador-Poodle, que evolucionó hasta popularizarse como LabraDoodle.
Su “gran arrepentimiento” es que su invento allanó el camino para que “personas poco éticas y despiadadas” criaran a los perros sin pensar en la salud de su descendencia, y es que estos perros tienen muchos y serios problemas de salud.
Según Conron, los animales tienen una gran tendencia a volverse locos y también desarrollan displasia de cadera y enfermedad ocular.
Colin Tennant, un experto británico en comportamiento canino con 45 años de experiencia en la industria, le dijo a CNN: “En esencia, estás criando y alterando a ciegas la genética de la línea sin conocimiento previo”.