La isla de Oahu, situada en el corazón de Hawái, afronta una creciente crisis hídrica atribuida a una tríada de desafiantes condiciones: disminución de las precipitaciones, contaminaciones químicas y una creciente demanda turística que pone en jaque su único recurso de agua dulce. Este escenario apremiante pone de manifiesto el antiguo dicho hawaiano, “ola i ka wai”, que significa “el agua es vida”, reiterando la importancia vital de este recurso no solo en la isla, sino en el concepto mismo de su existencia.
Según expertos y miembros de la comunidad, sin una intervención inmediata, las consecuencias serán desastrosas. “Estamos al borde de una catástrofe mayor”, afirmó Healani Sonoda-Pale, miembro de O’ahu Water Protectors y nativa hawaiana, en palabras recogidas por CBS News.
El suministro de agua de Oahu depende casi en su totalidad de un acuífero subterráneo cuya recarga es un proceso natural que tarda décadas; un solo gota de agua puede demorar aproximadamente 25 años en viajar desde el cielo hasta el acuífero.
Sin embargo, la tasa de recarga se ha visto amenazada no solo por la disminución del promedio de precipitaciones, sino también por escapes repetidos de combustible para aviones y vertidos de químicos PFAS, además de la continua expansión de infraestructuras turísticas como piscinas de olas para surf que consumen agua dulce. “No la están usando para beber o para sostener la vida, la están usando para hacer dinero”, criticó Sonoda-Pale sobre el uso turístico del agua.
Wayne Tanaka, director del Sierra Club de Hawái, enfatizó la gravedad de la situación: “Estamos en una crisis de agua, eso debe quedar muy claro”. La progresiva escasez de lluvia, alimentada por patrones climáticos cambiantes y la presión turística, ha llevado a la isla a una situación de sequía severa y persistente, clasificando a todo Oahu como “anormalmente seco”, de acuerdo al Monitor de Sequía de Estados Unidos.
La disminución de las precipitaciones, junto con el incremento de la temperatura global, amenaza con agravar aún más esta crisis, proyectando un futuro donde el agua sea aún más escasa y sus días secos más prolongados, según explica el climatólogo Pao-Shin Chu.
La sequía no es el único problema en Hawái
Pero no es solo la sequía lo que preocupa. La contaminación del agua representa un serio desafío para la calidad y cantidad disponible para el uso agrícola y doméstico. Anthony Deluze, quien administra una explotación agrícola en Oahu, ilustra esta problemática: “El mayor desafío es el agua… Sin agua, no hay vida”.
La infiltración de agua salada debido al ascenso del nivel del mar, sumada a la contaminación resultante de fugas de combustible en Pearl Harbor y la Base Conjunta Pearl Harbor-Hickam, ha afectado directamente su capacidad para cultivar taro, un vegetal raíz considerado sagrado en la cultura nativa hawaiana.
El deterioro ambiental y la urgente necesidad de una gestión sostenible del agua en Oahu piden a gritos medidas efectivas. Mientras que la desalinización del agua marina podría ser una solución a la escasez, esta opción choca con los objetivos de Hawái de reducir la dependencia de combustibles fósiles y las emisiones de carbono, dada su alta demanda energética, explicó Thomas Giambelluca, director del Centro de Investigación de Recursos Hídricos de la Universidad de Hawái en Mānoa.
Es así como la isla se encuentra en una encrucijada, necesitando equilibrar su preciado recurso natural con las necesidades de su población y la industria turística, en el contexto de un ambiente cada vez más afectado por el cambio climático.