El próximo 5 de junio se cumplen 40 años desde que fueron documentadas las primeras muertes relacionadas con el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, más conocido como Sida. En cuatro décadas, muchos han sido los esfuerzos de Gobiernos, instituciones y organismos multilaterales para prevenir y disminuir los casos pero, a pesar de las medidas, la enfermedad está lejos de cumplir su objetivo de erradicación para el año 2030.
Eran un grupo de cinco hombres jóvenes, todos tratados entre octubre de 1980 y mayo de 1981. Habían estado sanos, pero tuvieron que acudir al hospital y fueron tratados por neumonía. Dos de ellos perdieron la vida: posteriormente se sabría que estaban infectados de VIH.
Así recuerda la revista médica ‘The Lancet’ el inicio de una pandemia, más antigua que la que ha pausado el mundo desde hace más de un año, pero igual de dramática. Cuarenta años después de esos primeros casos, la enfermedad ha causado casi 35 millones de muertes.
Recientemente, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (Onusida) ha reconocido que, gracias a los diversos esfuerzos llevados a cabo, la incidencia de la enfermedad ha disminuido desde su pico más alto vivido en la década de 1990. No obstante, el informe presentado revela que la labor parece ser insuficiente para erradicar la enfermedad en el 2030, el objetivo que se había establecido en un documento de la Organización Mundial de la Salud en el año 2014.
Sin embargo, tiene una nota esperanzadora: el organismo considera, gracias a los resultados obtenidos en algunas naciones, que esa meta sí es alcanzable si se aprueba una estrategia concreta y coordinada internacionalmente.
En 40 años, ¿Qué se sabe de la enfermedad?
Desde el 5 de junio de 1981, muchas han sido las investigaciones que se han llevado a cabo para conocer a fondo sobre la enfermedad y el agente que la causa, el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).
Su origen, pese a las investigaciones, ha generado muchas teorías. Una de ellas, citada por la organización benéfica internacional sobre VIH-Sida Avert, refiere que en 1999 investigadores encontraron una cepa de VIS (un retrovirus hallado en al menos 45 especies de primates africanos) en un chimpancé, la cual es similar al VIH en humanos.
En este sentido, los investigadores concluyeron que los chimpancés podrían ser la fuente del VIH-1 y que el virus había cruzado en algún momento de especies de chimpancés a humanos. Por ello, otras organizaciones e investigaciones refieren que, desde 1920, podría haber estado presente en primates de República Democrática del Congo y que la primera fuente de contagio pudieron haber sido cazadores que tuvieron contacto con la sangre del animal en heridas abiertas.
En sus primeros años, la enfermedad estuvo asociada a los hombres que mantenían relaciones sexuales con otros hombres, y posteriormente a las personas con adicción a los estupefacientes inyectables. Según ‘The Lancet’, el estigma que cargaron estas poblaciones provocó que algunos gobiernos respondieran de manera tardía ante la enfermedad.
En 1985, se identificó el virus que causa la enfermedad y, dos años después, tras varias investigaciones, se aprobó el primer tratamiento para la enfermedad llamado AZT (Zidovudina), un fuerte antirretroviral que producía anemia a los pacientes.
A mediados de la década de 1990, justo cuando la enfermedad se encontraba en su punto más alto de contagios, se aprobaron tratamientos más efectivos, menos invasivos, y que permitían un mejor control de la enfermedad.
De acuerdo con una publicación de la Fundación San Vicente, los tratamientos con antirretrovirales establecidos desde hace más de 20 años permitieron que “el VIH pasara de ser una enfermedad mortal, a ser una enfermedad crónica”.
«El inicio de tratamiento antirretroviral temprano disminuye la mortalidad de las personas que viven con VIH y mejoran su calidad de vida», agrega el escrito.
Adicionalmente, desde 2012 existe un tratamiento conocido como PrEP (profilaxis preexposición), dirigido a personas que están en riesgo de infección, para evitar la transmisión del virus.
Onusida insta a mantener la atención sobre la enfermedad
En su más reciente informe, publicado el 3 de junio, Onusida insta a los Gobiernos mundiales a adoptar una «audaz declaración política» y pide, dentro del marco de la Reunión de Alto Nivel sobre el Sida de la Asamblea General de las Naciones Unidas, generar un compromiso para alcanzar una serie de objetivos conjuntos de cara a 2025 cuyo fin sea acabar con la enfermedad en 2030.
“El mundo no puede permitirse invertir menos en la preparación y las respuestas ante la pandemia (…) Insto encarecidamente a la Asamblea General de las Naciones Unidas a aprovechar el momento y comprometerse a adoptar las medidas necesarias para acabar con el Sida», dijo Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Onusida.
En el documento, el organismo admite que han existido avances para controlar la enfermedad, especialmente en la reducción de contagios y muertes, pero reconoce que estos progresos se han visto detenidos en los últimos años y más con la pandemia de Covid-19.
«El Covid-19 ha demostrado la fragilidad del progreso en salud y desarrollo de las últimas décadas y ha puesto de manifiesto unas desigualdades que son evidentes. Con el fin de que el mundo siga avanzando para acabar con el sida para 2030, la comunidad mundial del sida y Onusida han mirado desde el prisma de las desigualdades para desarrollar una estrategia ambiciosa y alcanzable con nuevos objetivos que cumplir para 2025. Acabar con las desigualdades exige respuestas al VIH que puedan llegar a las poblaciones que actualmente se están dejando atrás», se lee en parte del documento.
Respecto a las nuevas infecciones, para el año 2020 se registran 1,5 millones de nuevos contagios por VIH, lo cual significa una reducción de 30 % respecto al año 2010 cuando se registraron 2,1 millones de infecciones. No obstante, la cantidad de contagios se ubica tres veces por encima de la estimación prevista en el plan que era de 500.000 casos.
«Si se cumplen las condiciones, los objetivos acercarán los servicios para el VIH al 95 % de las personas que los necesitan y reducirán las infecciones anuales por el VIH a menos de 370 000 contagios y las muertes serán menos de 250.000 para 2025. Ello requerirá una inversión anual de 29.000 millones de dólares estadounidenses para 2025. Cada inversión adicional de 1 dólar estadounidense en la implementación de la estrategia mundial contra el sida supondrá un retorno de más de 7 dólares estadounidenses en beneficios para la salud», agrega parte del documento.
Mayor acceso a tratamientos, mejora expectativas para los próximos años
Una de las dificultades que han afrontado los gobiernos y pacientes de la enfermedad para controlar la pandemia de VIH está relacionado con el alto costo de los medicamentos. No obstante, el informe presentado revela que se incrementó el número de personas con acceso a los antirretrovirales, que pasó de 560.000 (una de cada 40) a principios de este siglo a 27,4 millones en la actualidad, es decir las tres cuartas partes del total de personas que viven con el VIH (37,6 millones).
Para Onusida, el mayor acceso a estos tratamientos ha salvado 18 millones de vidas en los últimos 20 años.
En cuanto al número seropositivos, aquellas personas que presentan anticuerpos en el suero sanguíneo, una buena parte se encuentra en África con 25,3 millones de personas. En esa región el número de muertes relacionadas con el el sida se ubica en 460.000, de acuerdo con los reportes del año 2020.
A África le sigue Asia, con 5,7 millones de seropositivos y 140.000 muertes, mientras que en América Latina viven alrededor de 2,1 millones de personas con el virus VIH, donde 1,4 millones de ellos tienen acceso a tratamientos, y 32.000 personas murieron por enfermedades derivadas al virus en 2020.