El primer ministro japonés, Fumio Kishida, anunció este viernes la cancelación de su viaje programado del 9 al 12 de agosto a Kazajistán, Uzbekistán y Mongolia, en respuesta a la alerta por un posible terremoto de gran magnitud.
La decisión surge tras un temblor de magnitud 7,1 que sacudió este jueves el sudoeste del país, elevando la preocupación por una posible catástrofe sísmica.
Kishida, en una rueda de prensa, explicó que la Agencia Meteorológica de Japón (JMA) emitió una alerta sobre la posibilidad de un gran terremoto en la fosa de Nankai y pidió a la población a reforzar sus preparativos.
Esta advertencia, emitida el jueves, es la primera de su tipo por parte de la JMA, y llegó después del fuerte sismo que afectó la isla de Kyushu.
Normalmente, las autoridades japonesas advierten sobre la posibilidad de réplicas o terremotos de magnitud similar o mayor dentro de una semana, pero en esta ocasión la JMA considera que el reciente temblor podría ser indicativo de un potencial terremoto de gran escala en la región de Nankai.
“Como primer ministro y responsable de la gestión de riesgos, he decidido permanecer en Japón durante al menos una semana, el período mencionado por la JMA, para coordinar las acciones del gobierno y brindar la información necesaria en caso de que se produzcan nuevos eventos sísmicos”, declaró Kishida.
El viaje cancelado incluía importantes compromisos bilaterales, como la firma de un acuerdo con Mongolia para el intercambio de equipos y tecnologías de defensa, y su participación en la cumbre del ‘Diálogo Asia Central más Japón’ en Astana, Kazajistán.
El sismo de magnitud 7,1 del jueves no dejó daños materiales importantes. La agencia de gestión de catástrofes informó de 13 personas heridas en las prefecturas de Miyazaki, Kagoshima y Kumamoto, varias de ellas por la caída de objetos.
Por prefecturas, Miyazaki encabeza en número de heridos, con cinco. En esta zona, en la ciudad de Nichinan, también se desprendió el techo de un gimnasio, que estaba designado como refugio de evacuación y que debe permanecer cerrado.
En cuanto a daños materiales relacionados con el terremoto, en la cercana prefectura de Kagoshima algunas casas colapsaron, mientras que en Miyazaki, también en Nichinan, una roca se desprendió y llegó rodando hasta la carretera.
En respuesta al terremoto, la compañía ferroviaria JR Central anunció que reducirá la velocidad de sus trenes en la línea de tren bala Tokaido entre Mishima y Mikawa, donde todavía se esperan seísmos de una magnitud cercana a 7 en la próxima semana.
Situado en la encrucijada de varias placas tectónicas, Japón es uno de los países con mayor actividad sísmica del mundo, con unos 1.500 temblores al año, de poca magnitud en su mayoría.
Pero incluso los terremotos más intensos dejan pocos daños en este país, que hace décadas que implementa normativas de construcción antisismos y educa a sus 125 millones de habitantes sobre cómo reaccionar ante estas situaciones.
El gobierno nipón estimó previamente que había una posibilidad del 70% de que un megasismo estremezca el país en las próximas tres décadas. La sacudida podía afectar una parte importante de la costa japonesa en el Pacífico y amenazar a unas 300.000 personas, según sus expertos.
El 1 de enero de este año, un terremoto en el centro del país provocó la muerte de al menos 318 personas.
El sismo más potente registrado en Japón hasta ahora fue el 11 de marzo de 2011, de magnitud 9 y que desencadenó un tsunami en el noreste del país.
Se estima que 20.000 personas murieron o desaparecieron en esa catástrofe que también provocó el accidente nuclear en la central de Fukushima.