El incendio en Perth Hills, a unos 100 kilómetros al noreste de Perth, comenzó el lunes y desde entonces las llamas ya han calcinado 81 viviendas y más de 10.000 hectáreas de terreno.
Los fuertes vientos, que se pronostica tendrán una intensidad de hasta 70 kilómetros por hora en la zona de los fuegos, han obligado a las autoridades a mantener varias alertas de emergencia porque sus llamas «amenazan a las vidas y las casas» de la zona, según dijo el jefe del ejecutivo del estado de Australia Occidental, Mark McGowan, este jueves.
«Estos incendios son altamente impredecibles y las cosas pueden empeorar rápidamente. Las condiciones meteorológicas son volátiles», remarcó McGowan en una rueda de prensa en Perth retransmitida por la cadena local ABC.
Las fuertes ráfagas, pronosticadas hasta el sábado, han obligado a algunos de las avionetas de los bomberos a quedarse en tierra, por lo que la lucha desde el aire se limita a tres grandes aviones cisterna que rocían un químico retardante, según explicó el comisario sel servicio regional de emergencias, Darren Klemm.
En el terreno, unos 260 bomberos continúan luchando contra las llamas, que arden cerca de Perth, la cuarta ciudad más poblada de Australia, a la espera de que llueva el fin de semana.
Este es el primer incendio de gran envergadura de este año en Australia, que fue escenario de los llamados fuegos del llamado «verano negro», que ardieron entre septiembre de 2019 y marzo de 2020 y son considerados entre los más prolongados e intensos del país.
Esos incendios mataron a 38 personas, arrasaron más de 18,6 millones de hectáreas y más de 3,500 casas, además de provocar que unos 3.000 millones de animales, entre ellos koalas, murieran en las llamas o por depredadores, quedaran heridos o desplazados.
La temporada de incendios en Australia varía según la zona y las condiciones meteorológicas, aunque generalmente se registran en el verano austral (entre los meses de diciembre a marzo).
Los peores incendios vividos en el país oceánico en las últimas décadas ocurrieron a principios de febrero de 2009 en el estado de Victoria (sureste) y causaron 173 muertos y 414 heridos, al tiempo que calcinaron una superficie de 4.500 kilómetros cuadrados.