Este miércoles, los cardenales electores reunidos en la Capilla Sixtina prestaron juramento solemne según el orden de precedencia, comprometiéndose con fidelidad y secreto en el proceso de elección del nuevo Papa.
Cada uno pronunció la fórmula en latín: «Et ego N., Cardinalis N., spondeo, voveo ac iuro. Sic me Deus adiuvet et hæc Sancta Dei Evangelia, quæ manu mea tango.»
Tras el juramento del último cardenal, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias pronunció la tradicional orden «Extra omnes», señalando la salida de todos los no autorizados y el inicio formal del Cónclave.
Con este acto, se abren las deliberaciones que conducirán a la elección del nuevo sucesor de San Pedro.
En su interior quedaron los purpurados electores con el predicador capuchino Raniero Cantalamessa, que será el encargado de pronunciar una meditación antes de salir de la capilla y dejarles solos.
A partir de ese momento los 133 cardenales llamados a votar por tener menos de 80 años quedaron encerrados para elegir al nuevo pontífice, 17 días después de la muerte de Francisco el pasado 21 de abril.
Se prevé que ya esta tarde lleven a cabo la primera votación y, como indica la tradición, los purpurados anunciarán el resultado con el color del humo de sus papeletas quemadas (y usando químicos) a través de una chimenea instalada en el tejado de la Sixtina: blanco es que habrá acuerdo; negro, que el cónclave continuará.