El expresidente de Bolivia, Evo Morales, abandonó Buenos Aires el lunes y viajó a Cuba para someterse a un tratamiento médico.
La información fue confirmada por el presidente argentino Alberto Fernández, quien le había otorgado a Morales la condición de refugiado político a mediados de diciembre luego que el dirigente boliviano dejara el poder tras 14 años en medio de una crisis social y política.
En declaraciones radiales, el presidente argentino contó que Morales adelantó el viaje a La Habana por razones de salud. “Nada le impide a él como refugiado político ir a Cuba”, aclaró Fernández.
A principios de marzo de 2017, el entonces presidente boliviano viajó a la Habana para hacerse una revisión urgente de sus cuerdas vocales. Morales sufría de constante disfonía, sinusitis y fuerte dolor de abdomen. Tras los exámenes de rigor, los expertos cubanos le extirparon un nódulo de la cuerda vocal izquierda.
Y desde ese momento, viaja cada tres meses a la Habana para continuar con su tratamiento médico.
El pasado 10 de noviembre, tras comprobarse por la auditoría de la Organización de Estados Americanos (OEA) que había ejecutado un sistemático fraude electoral, Morales renunció a la presidencia de Bolivia presionado por las movilizaciones populares y las Fuerzas Armadas.
Morales primero huyó rumbo a Cochabamba, acompañado por el exvicepresidente Álvaro García Linera, y luego partió a la Ciudad de México, adonde fue asilado por el presidente mexicano Andrés López Obrador. La salida de Morales, compleja en términos políticos y personales, fue coordinada con Alberto Fernández, que aún no había sucedido a Mauricio Macri. Su participación fue clave para que Morales aún estuviera con vida.
El 11 de diciembre de 2019, un día después de su asunción presidencial, Alberto Fernández coordinó otro vuelo desde la Ciudad de México a Buenos Aires y concedió el estatus de refugiado político a Morales, su exvicepresidente García Linera, y un puñado de ministros de su gabinete nacional. En la Argentina ya estaban refugiados los hijos del exmandatario boliviano, en reserva y bajo estrictas condiciones de seguridad.
Cuando el gobierno peronista concedió su estatus de refugiado político, Morales se comprometió a postear dos o tres tuits para no perder referencia mediática, y evitar todo tipo de declaración política que complicara a Alberto Fernández y su incipiente relación con Donald Trump y la administración republicana.
Sin embargo, el líder cocalero violó la palabra asumida y transformó su refugio en Buenos Aires en su cabecera de playa para recuperar el poder en Bolivia. Morales no solo hacía campaña electoral y lideraba actos políticos, sino que también anunció que pretendía instalar “milicias armadas como en Venezuela”.
La Embajada de Estados Unidos en la Argentina presionaba al gobierno para que expulsara a Morales alegando que violaba el estatus de refugiado político. Alberto Fernández y su canciller Felipe Solá rechazaron la presión americana -con un excesivo uso de la cortesía diplomática-, pero la convocatoria de Morales a reclutar “milicias armadas al estilo venezolano” implicó un acto de apología de la violencia que el presidente no podía soslayar.
Solá habló con Morales y le dijo que el estatus de refugiado era intocable, y a continuación le pidió que moderara sus actividades políticas para evitar nuevos roces con la Casa Blanca. El expresidente boliviano entendió la perspectiva del gobierno y postergó una convención del MAS en Salta, adonde se iba a elegir la fórmula presidencial.
Ahora, Morales ya está en la Habana para sus controles médicos. Regresará a Buenos Aires y monitoreará los comicios del próximo 3 de mayo, adonde puede recuperar el poder a través de la fórmula del MAS que integran Luis Arce (presidente) y David Choquehuanca (vicepresidente).
El gobierno sabe que al regreso de Cuba, Morales prepara un acto de campaña para fortalecer las posibilidades electorales de Arce-Choquehuanca. Fue autorizado por la Casa Rosada.
Un indio menos, una tortilla mas.
Y CANELON LE VUELVE A PINTAR LAS PATAS DE BLANCO