Para ser líderes hay que jugar bien, tener suerte y trabajar como condenados. En Vitoria, frente a un rival exigente, trabajaron una victoria con mensaje. El Madrid es un equipo fiable y ambicioso, a ratos brillante, capaz de aguantar un chaparrón de agua y balones colgados para sacar los tres puntos. Orgullo blanco.
Es Mendizorroza un campo que no suele regalar nada al Real Madrid. Allí empezó a adivinarse el final de la era Lopetegui, con aquel gol de Manu en la prolongacion. Ambiente, estadio y clima británicos para medir al nuevo-viejo Madrid de Zidane. Sí, porque en el retorno a la Liga el francés mantuvo a Isco, recuperado frente al PSG, para reforzar la medular y enganchar con el ataque. Fue un acierto. Atrás, Militao y Areola de nuevas frente a un ataque complicado de sujetar, Joselu y Lucas Pérez asistidos por Aleix Vidal. Al peso, el equipo blanco fue más que su rival.
Todo pudo ser distinto de señalar Cuadra Fernández penalti de Militao a Aleix Vidal en la primera incursión del Glorioso. Tiró la diagonal, recortó hacia fuera y el central arrastró el pie derecho, impactando en el de Aleix. Cuadra estaba cerca, y apreció exageración. Tarjeta. En el VAR, Munuera Montero no vio razón para revisar la acción. Todo OK, José Luis.
Esa acción puntual pudo cambiar un partido que gobernó de nuevo el Madrid desde el toque y la movilidad. Ausente Hazard y con él el desequilibrio, los blancos se emplearon en robar pronto para tener la pelota y buscar el fallo rival. Claro que el equipo de Garitano es orden y disciplina, lo que reduce las opciones de marcar. En un rebote Ximo cabeceó contra su poste, e Isco tuvo dos remates para anotar. Uno se le fue arriba y el otro acabó en las manos de Pacheco.En el equilibrio del duelo brilló la seguridad de Kroos, exquisito en cada toque, en contraste con la pelea de Wakaso, siempre al límite. El talento del alemán es indiscutible con la pelota, y al poco de volver del descanso, en una falta frontal, colocó la bola en la cabeza de Ramos, que remató perfecto.
El Madrid tenía el partido donde quería, pero el Alavés reaccionó con vigor. Buscó el área por los costados, haciendo daño. Rozó Ramos el penalti ante Aleix Vidal, y a la segunda se pasó de frenada agarrando con los brazos a Joselu, cuando tenía la ventaja. Esas cosas de Ramos. Lucas Pérez engañó a Areola, marcó el penalti y se ganó la tarjeta por celebrarlo con una máscara.
El empate requería la intervención de Zidane, que retiró a Bale. En el día del perdón, el galés ofreció poco o nada. Un saque de banda extraordinario y poco más. Entró Rodrygo, y el brasileño reactivó la presión alta. En un robo en izquierda comenzó a tejer el colectivo una jugada larga que llevó la pelota al otro lado, pivotó Carvajal, dejo Rodrygo para el centro de Modric, Isco cabeceó desde cerca, Pacheco desvió contra el palo y el lateral metido a ariete empujó a la red.
No volvió a ceder el mando el equipo blanco. Garitano refrescó la medular para pelear por la pelota, pero respondió Zizou metiendo a Valverde. Hasta el 88′ fue el Madrid quien rondó el tanto definitivo, incluso con alguna jugada de mérito. Pero entonces llegó un saque de esquina cedido por Casemiro que convirtió Mendizorroza en Anfield. Un córner, otro, otro, otro, remate de Lucas que saca Marcelo a córner de nuevo, y al quinto córner Manu García, el héroe un año atrás, se anticipó a todos para cabecear a gol. Areola la encontró en el camino.
Cuadra prolongó ocho minutos de agonía para los blancos, aunque fue Valverde quien pudo matar el duelo. No atinó, pero no cambió el marcador. El Madrid se fue de Vitoria con cara de líder.