La presencia de las estrellas de Europa prometían un gran espectáculo. Y el partido más destacado de la jornada de la Champions League no defraudó. El Bayern Múnich y el Barcelona animaron un entretenido encuentro con un aroma a la fase decisiva del torneo. Si bien el choque fue válido por la segunda fecha del Grupo C, los protagonistas saltaron al terreno de juego como si se tratara de eliminación directa. Sin dudas, la victoria del Inter en primer turno había condicionado a los aspirantes al título.
Lejos de los que indicaban los pronósticos, el equipo de Xavi fue el que se adueñó del pleito. Durante toda la primera parte, el Culé tuvo más acciones de peligro que su rival. Y llamativamente en las dos más claras Robert Lewandowski no pudo quebrar la resistencia de Manuel Neuer. El equipo bávaro, en tanto, apostó por la velocidad de Sadio Mané, Leroy Sané y Alphonso Davies, pero en la terminación de las acciones colectivas al circuito ofensivo le faltaba precisión. Tal vez la que estaba acostumbrado cuando el artillero polaco estaba bajo sus filas.
En el inicio del complemento continuó la fórmula en la habilidad individual de Raphinha. Cuando el brasileño se apoderó de la pelota logró desarticular a la línea defensiva local y generó el temor alemán con un remate cruzado que se fue apenas ancho. Sin dudas, el cero no reflejaba lo que sucedía en la cancha.
Como en el deporte más popular del planeta muchas veces la justicia se ausenta y provoca un profundo dolor en los damnificados, el Bayern Múnich sorprendió con dos golpes al mentón que dejaron al Blaugrana de rodillas. A través de Lucas Hernández y Leroy Sané, el combinado de Julian Nagelsmann se puso 2-0 arriba en un suspiro, a pesar del gran trabajo de los catalanes.
A pesar de las reacciones de Ansu Fati y Pedri, el Barcelona jamás pudo llegar al descuento y continúa con la historia oscura que le impone el Allianz Arena, escenario en el que nunca pudo ganar un partido oficial ante la potencia bávara. Si bien esta vez no fue como el humillante y recordado 8-2 del 2020, el Culé comprometió su destino en el certamen más codiciado de Europa y deberá levantar cabeza frente al Inter de Milán.