Con un gol in extremis de Manu García, el sorprendente Alavés (3º) batió 1-0 al Real Madrid (2º) de Julen Lopetegui, en una situación comprometida después de que su equipo sumara cuatro partidos sin ganar ni marcar, este sábado en la octava jornada española.
Cuatro partidos en fila sin cantar nada, 360 minutos ya, es casi una tragedia para su proyecto, otra vez preso de la frustración por no dar con el triunfo. Esta vez ni palos estrelló ni hizo internacional al portero del Alavés. Mandó en horizontal, ciego ante la portería. El accidente ya es una mala costumbre. Pésima.
Sólo el Madrid tiene esa capacidad chamánica de transformar en ‘psicothriller’ un capítulo de Peppa Pig. Es decir, de convertir un partido de la octava jornada de Liga en Vitoria en una cita con presión de final para su entrenador y jugadores. Es el peso de la historia y de las pulsaciones siempre impacientes del club de las 13 Copas de Europa. Pero el vértigo lo huelen sus rivales, sobre todo en campos como Mendizorroza, una ollita exprés entusiasmada con el buen paso de su equipo.
Los chavales de Abelardo salieron como lobos, corre que te corre, tras un Madrid ordenadito en 4-4-2, con la incorporación de Ceballos en lugar de Marco Asensio, señalado tras el barrigazo de Moscú. La zaga molestaba a Bale y Benzema cada vez que recibían, el trivote apretaba y los delanteros convertían cada salida de balón de Varane y Ramos en un martirio.
Calleri, el peleón nueve del Alavés, chocó varias veces con Sergio Ramos, logrando que la hinchada enfilara al capitán blanco. Sin Cristiano, es el central el imán de los odios rivales. Será por encarnar al Madrid (y a España) y porque encenderse con Bale, Benzema o Modric es más complicado. Él, cómodo en la guerra, convirtió el duelo con Calleri en uno de los atractivos de la primera parte.
Sólo una pelota colocó atrás el ariete local para que Ibai la empujara en la primera parte. Apareció el espigado Varane para despejar la mejor ocasión de un Alavés ruidoso en la brega, pero que no impedía las constantes llegadas del Madrid. Puro fogueo, como en las últimas fechas, agobiado por la sequía crónica el equipo de Lopetegui en la primera parte.
Ceballos, Nacho, Benzema… Sus tiros eran pastel de manzana de Landa para Pacheco, nada obligado a pesar de las constantes apariciones del balón por su área. Laguardia despejó la oportunidad más clara de los blancos, en cabezazo picado de Benzema. Le cayó de la derecha, donde Odriozola cogía pista, mejor en el duelo de la Champions.
El ex de la Real daba más profundidad que Nacho, muy chato en su vertiente ofensiva. Corta, corre y apoya, pero el pico del área se le hace cuesta. Lo intentaba el Madrid por los costados al estar Kroos y Modric bloqueados por la medular vitoriana. Un balón colgado al área por el alemán a punto estuvo de ser desviado por Bale, romo ante la portería como Benzema -más de un mes sin gol-.
Lesión de Bale y sofocón final
El eterno cero en el marcador obligó a Lopetegui a lanzar a Mariano al césped en el descanso, en lugar del seco delantero francés. En la primera que tuvo intentó, a su manera, tres regates a Laguardia, faltándole el remate. Más peligro acumuló ahí que su antecesor en 45 minutos. Su ventaja también era el bajón del Alavés, menos entusiasta en el esfuerzo que al comienzo. Modric aprovechó rápido las rendijas que no tardaron en aparecer en el centro del campo. Más cerca del área, encendió su mirilla de centros. Los vascos aguantaban el tirón con coraje y tiros lejanos, como uno de Duarte que obligó a Courtois a despejar.
Al acoso del Madrid, igual que en días anteriores, le faltaba el abrazo final, la sacudida que tanto está echando de menos. Bale, pegado a la izquierda, buscaba el atropello de Mariano, mientras Lopetegui le daba vueltas a la manivela en la banda. Ahora Asensio por Casemiro, justo cuando rompía a llover sobre el verde de Mendizorrroza.
Pesaba la angustia al campeón de Europa, aturdido por una gripe que puede acabar costándole cara a su entrenador. Las prisas quitaban precisión al Madrid, algo nervioso. Ceballos se pensó que le llamaban para el cambio, cuando no era él. Nacho tropezaba en su banda y Ramos regalaba pases. Asensio portaba las órdenes del entrenador: Bale a la derecha, visto y no visto, porque al momento volvía a echarse la mano al muslo. Forzó para llegar al partido y su delicada estructura no resistió. Por entonces, el Alavés rozó el triunfo con una contra frenética que Jony finiquitó con tiro desviado.
Vinicius entró a la desesperada sin poder desmontar esa cárcel en forma de cero donde lleva encerrado su equipo cuatro partidos seguidos. Y para ahondar el bache, el Madrid se dejó derrotar en el último córner, torpe Varane en la marca y decidido Manu para remachar el 1-0 que trajo la juerga a Mendizorroza.
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