Por primera vez en la historia, se logró diseñar un embrión que mezcla células de simio con un ovocito humano. Las investigaciones pioneras se realizaron en colaboración de científicos de China y Estados Unidos, a pesar de la controversia que generó a nivel ético, los resultados fueron exitosos. Por primera vez en la historia, se logró diseñar un embrión quimérico que combina información genética humana y de simios.
El estudio fue publicado en la revista científica Cell recientemente. Liderado por Juan Carlos Izpisua Belmonte, un farmacéutico español especializado en el estudio biológico, el estudio no pasó desapercibido por la crítica ética.
«No vamos a utilizar monos para crear órganos humanos dentro de los monos», explicó el científico para Time, a propósito de los posibles límites éticos que pudieron haberse cruzado en el estudio.
Según los investigadores a cargo del estudio, esta célula fecunda nunca se hubiera podido lograr de manera natural. Sin embargo, no es la primera vez en la historia que intentos similares se han llevado a cabo. Por el contrario, el estudio de la biología tiene una tradición extensa —y cuestionable— en los esfuerzos por buscar organismos quiméricos.
Este campo de estudio apunta a encontrar alternativas regenerativas para medicina veterinaria y humana. A pesar de las intenciones de ampliar el conocimiento médico, han habido vetas menos ortodoxas que han mancillado este terreno de estudio poco convencional.
Los entusiastas que apoyan este tipo de esfuerzos científicos aseguran que, si se pudiera mecanizar el crecimiento de órganos humanos en tejidos de otras especies, la escasez de órganos para donación podría resolverse. Bajo esta premisa, Izpisua Belmonte ya ha desarrollado embriones de cerdo-humano y oveja-humano antes. Por primera vez, su equipo logró hacerlo con una mezcla entre primates.
No todos los intentos fueron exitosos. De hecho, el estudio se desarrolló en laboratorios chinos por los impedimentos legales que existen en otros países, o la franca falta de infraestructura necesaria. Hasta ahora, sólo 3 de las quimeras desarrolladas se mantienen con vida.