El Alavés aprovechó la primera que tuvo en el segundo 18 y Montjuic conoció su primera y manifiesta pitada. Indignación por acumulación y plenamente justificada. Mérito visitante pero alarmante torpeza local. Gundogan ya tiene motivos para enfadarse consigo mismo además de reclamar actitud a sus compañeros. Araujo participó en la jugada sin saber si el partido había empezado ni si se jugaba realmente en el Lluís Companys o en Mendizorroza.
El partido empezó mediocre como el Barça club y como el Barça equipo. El gol no tenía necesariamente que ser una sentencia definitiva, pero un velo de tristeza cae sobre estos jugadores en todo lo que hacen y la facilidad con que el Alavés llegaba a la portería de Ter Stegen, creando peligro real, encendían los ánimos de la grada, que silbaba sin disimulo cada vez que el rival estaba a punto de conseguir el segundo. Joao Félix intentaba lo que no le salía. El Barça se precipitaba sin hallar la luz, no hacía daño en el ataque posicional ni creaba superioridades en la profundidad.
Por motivos más allá de lo comprensible Samu no marcó el segundo en el minuto 13, solo ante el portero alemán del Barcelona. La defensa local era un coladero. Ambiente tenso, denso, extraño en Montjuic. Lewandowski tuvo la primera de su equipo pero chutó a romper contra Sivera. Buena asistencia de Gundogan.
El Alavés continuaba haciendo lo suyo ante la vergonzosa zaga barcelonista. Koundé regaló medio gol con un control deficiente en el área pero Javi López no supo poner la otra mitad. El Alavés desperdiciaba lo que parecía predecible que en otros momentos del partido podría necesitar. El Barça pareció reaccionar, se instaló en el campo visitante y empezó a intentar jugadas con ritmo y sentido, pero sin fortuna. El Alavés se continuaba sintiendo muy cómodo en sus salidas. Samu falló lo que tenía que haber sido su tercer gol, en otro duelo ganado a Koundé. Xavi intercambió a sus defensas y puso a Araujo a marcar a Samu. Era evidente que el francés hacía aguas.
El Alavés era superior, el Barça inferior -una cosa y la otra por separado- pero las concesiones visitantes hacían pensar que en cualquier momento el Barça podía tirar de calidad individual o de suerte para marcar aunque fuera de una jugada aislada. Joao Félix intentaba rebelarse contra la fatalidad pero la fatalidad ahí estaba. Pedri no paraba de perder balones, 8 en la primera mitad. Grave. Cancelo, frustrado y con la sensación de que no le salía nada. Lewandowski, perdido en el mapa.
Lamine Yamal inauguró la segunda parte con una piscina propia de tiempos pre VAR, protestando además al colegiado como si no estuviera enterado de que existe tecnología de sobra para desenmascarar su fraude. Mucho más fino y elegante, Lewandowski que parecía definitivamente apagado empató de un cabezazo soberbio, rematando un tenso centro de Koundé, que compensaba de este modo su auténtico papelón durante la primera parte. Seguro que el Alavés por dentro lamentaba sus tres ocasiones. incomprensiblemente desaprovechadas. Rebbach entró por Rioja en el Alavés y Xavi cambió a Fermín por Raphinha.
El partido entró en la fase del pollo sin cabeza, con un intercambio de golpes sin ton ni son en que el Alavés ponía todo el desgaste estéril y daba la sensación de que el Barça aprovecharía la única que tuviera para llevarse los tres puntos. La entrada de Ferran y Balde -por Koundé y Joao Félix- decantó el ataque local, que se volvió más insistente y agobiante para el Alavés, a la derecha. Se masticaba el segundo de los de Xavi y Aqbar cometió un claro penalti sobre Ferran que marcó Lewandowski. Doblete del polaco que no podía ser un reflejo más distorsionado de su pobre estado de forma.
La tortugaRomeu entró por Pedri, mala tarde. El Alavés tuvo la victoria, y por goleada de escándalo, en sus manos, pero no supo concretar sus clarísimas ocasiones, ni siquiera las que tuvo en el descuento. Al Barça le bastó su talento de outlet suburbial para seguir sumando pese a un partido nefasto.
este narrador es madridista