Las autoridades de la prefectura de Ishikawa en Japón, severamente golpeada por el terremoto de magnitud 7,6 del pasado lunes, actualizaron este jueves las cifras de víctimas, reportando 92 muertos y 242 desaparecidos, mientras se desvanece la esperanza de hallar más supervivientes.
En las localidades de Wajima y Suzu, las más castigadas por el sismo, se reporta el mayor número de desaparecidos. A pesar de haber superado las 72 horas críticas para el rescate de supervivientes, las labores de búsqueda continúan en medio de edificaciones derrumbadas.
Desde este jueves, la Guardia Costera japonesa ha intensificado la búsqueda de posibles víctimas arrastradas por el tsunami generado por el terremoto, basándose en informes de testigos.
Los especialistas advierten sobre la posibilidad de réplicas potentes durante esta y la próxima semana. Las lluvias que azotan la región podrían provocar deslizamientos de tierra, complicando aún más las tareas de rescate.
En Wajima se confirmó la muerte de 55 personas, mientras que dos ancianas fueron rescatadas milagrosamente entre los restos de sus casas en la península de Noto.
En Suzu se registraron 23 muertos, mientras que en Nanao, Anamizu, Noto, Hakui y Shiga se reportaron otras muertes.
“Yo estaba descansando el día de Año Nuevo cuando ocurrió el sismo. Estaban mis familiares y nos estábamos divirtiendo”, contó Hiroyuki Hamatani, de 53 años, en medio de vehículos incendiados, escombros de edificios y postes eléctricos caídos.
“La casa misma está en pie pero está lejos de ser habitable… No tengo cómo pensar ahora en el futuro”, agregó.
Noriaki Yachi, de 79 años, contuvo las lágrimas cuando su esposa fue extraída muerta de los escombros en el sitio, informó el diario Asahi Shimbun.
“Mi vida con ella fue feliz”, expresó Yachi.
Hasta este jueves, aproximadamente 2,000 efectivos, 22 aviones y ocho barcos han sido desplegados en Ishikawa para labores de rescate y evaluación de daños, duplicando los recursos iniciales.
El terremoto, con epicentro a 30 kilómetros al noreste de Wajima, alcanzó el nivel 7 en la escala japonesa, que mide el impacto destructivo de los temblores. Este ha sido el sismo más devastador en Japón desde el de 2016 en Kumamoto, que dejó más de 200 muertos, y el primero de nivel 7 desde el terremoto de 2018 en Hokkaido.
Japón experimenta cientos de movimientos telúricos cada año y en su mayoría no causan daños debido a sus estrictos códigos sísmicos de construcción.
El país todavía recuerda el trauma provocado por un terremoto de magnitud 9,0 en 2011 que generó un destructivo tsunami que barrió las costas del noreste y dejó cerca 18.500 muertos o desaparecidos.
Este desastre provocó un accidente nuclear en la central de Fukushima, el peor desde la catástrofe de Chernóbil en 1986.