Los activistas estadounidenses pro Nicolás Maduro fueron desalojados de la embajada de Venezuela en Washington. La policía ha irrumpido por la puerta trasera de la sede diplomática este jueves y detuvo a los últimos cuatro chavistas que permanecían dentro del edificio desde hace 37 días, según denuncia Code Pink, el movimiento que lideró la ocupación.
Los agentes especiales del Servicio de Seguridad Diplomática del Departamento de Estado, asistidos por agentes uniformados del Servicio Secreto, ejecutaron órdenes de arresto federales la mañana de este jueves, según un comunicado del Servicio Secreto.
“Fuera los invasores de nuestra Embajada. Cesó la usurpación. Ha tomado tiempo y esfuerzo, pero cumplimos con los venezolanos”, ha tuiteado esta mañana Carlos Vecchio, embajador de Venezuela en Estados Unidos designado por Juan Guaidó, reconocido como presidente por una cincuentena de países.
“Esta acción de EE UU, sumada a las sanciones, a la suspensión de los vuelos, al reconocimiento de Guaidó, es una provocación a Maduro, lo que nos puede llevar a la guerra”, afirma desde Nueva York Madea Benjamin, directora de Code Pink.
Vecchio informó minutos después del desalojo que la policía estaba dentro de la Embajada revisando «todos los detalles de seguridad” antes de poder “tomar control del mismo”.
El equipo de Guaidó ya ha tomado el control de tres sedes diplomáticas en Estados Unidos y la embajada quedaba pendiente. El embajador comparecerá fuera el edificio esta tarde, donde se espera que comunique los pasos a seguir para que su equipo finalmente tome el control del edificio.
«Desde primer día de gestión seguimos absolutamente todos los pasos en estricto apego y cumplimiento de leyes locales e internacionales, especialmente Convencion de Viena, para asegurar el resultado», agregó en la red social.
El propio Guaidó se ha referido al desalojo: “Gracias a nuestra diáspora por ejercer soberanía y recuperar nuestra Embajada en Washington y a Matthew Burwick por ser vanguardia.
Estaremos en todos los planos de lucha por la democracia”, ha tuiteado. Burwick es un ingeniero venezolano de 51 años que llegó desde Carolina del Norte hace 37 días para “hacer guardia” fuera del recinto.
Fue el primero en llegar y se ha convertido en el símbolo de los simpatizantes de Guaidó. Le siguieron varios y llegó a haber decenas de tiendas de campañas montadas por venezolanos alrededor del edificio. Este lunes los agentes de seguridad los obligaron a despejar el perímetro. Era el comienzo del triunfo de los antichavistas.
Carlos Ron, viceministro para América del Norte del régimen de Maduro, reaccionó de inmediato a través de Twitter: “Que quede claro. El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela no autoriza la entrada de ningún oficial de la ley de EE UU a nuestro antiguo edificio de la Embajada en Washington. Cualquier entrada de este tipo constituye una violación ilegal de la Convención de Viena”.
Madea sostiene que «seguirán en la lucha». «Aún no sabemos si le van a dar la Embajada a Vecchio. Estamos hablando con nuestros representantes en el Congreso para que haya un acuerdo entre los dos países». «El Gobierno de Maduro tiene que tomar el control de la Embajada venezolana. Yo creo que no lo hacen para evitar provocar una intervención militar de EE UU», teoriza la líder de Code Pink.
Este jueves solo quedaban cuatro personas dentro de la Embajada, ubicada en el elegante barrio de Georgetown, pero llegaron a ser una treintena de activistas estadounidenses los que se alojaron en la sede para “protegerla” del equipo de Guaidó en Washington. Los agentes federales notificaron este lunes a los ocupantes que debían desalojar inmediatamente la sede diplomática o serían procesados judicialmente. Tres de los siete activistas que quedaban abandonaron el edificio voluntariamente, pero el grupo restante decidió continuar con la ocupación y hoy han sido detenidos por la policía.
El autodenominado Colectivo de Protección de la Embajada no contaba desde hace una semana con electricidad en el edificio, y los simpatizantes del líder opositor venezolano bloqueaban el ingreso de la comida. Sin embargo, este miércoles el reverendo Jesse Jackson, veterano activista, visitó el recinto y logró pasarles cuatro bolsas con alimentos agua y suministros a los ocupantes.
Cualquier violación a los derechos humanos y leyes internacionales, si son hechas por Estados Unidos no hay ningún problema, siempre y cuando sea en el nombre de la democracia cualquier atropello a otro país es válido. Hasta cuándo?
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