Después de semanas de negación, Joe Biden ha sucumbido a la realidad: está demasiado envejecido, a ojos de una abrumadora mayoría de americanos, para servir cuatro años más como presidente de Estados Unidos, hasta los 86. En una publicación en redes sociales, el mandatario ha anunciado que no se presentará a la reelección, asegurando que es “lo mejor para mi partido y para el país es que me retire”.
Biden ha asegurado que se dirigirá a la nación a lo largo de esta semana y a partir de ahora se centrará “únicamente en cumplir con mis obligaciones como presidente”. En diciembre vencerá su mandato y pondrá fin a una dilatada trayectoria política de 54 años, que ha terminado desde el asiento más alto que puede asumir un político estadounidense: la silla del Despacho Oval.
Los tres años y medio al mando del timón de EE.UU. han sido convulsos, marcados por el coronavirus y el reflote de la economía tras la pandemia, una fuerte inversión en economía verde e infraestructuras, la elevada inflación, la retirada de tropas en Afganistán, la gestión de las guerras en Ucrania y Gaza, el aumento de inmigrantes en la frontera sur y el perdón de parte de la deuda estudiantil a millones de estadounidenses.