Un clima enrarecido se vivió en Montevideo, donde Uruguay recibió a Ecuador en un duelo crucial marcado por la filosofía de Marcelo Bielsa. Las declaraciones públicas de Luis Suárez que destaparon una crisis interna en el combinado oriental y las últimas tres presentaciones sin alegrías (derrota frente a Perú y empates ante Venezuela y Paraguay) llevaron a que el público no acompañara desde las gradas. Fue llamativo que el mítico estadio Centenario no tuviera las tribunas completas como ocurrió desde su creación, cuando albergó a miles de fanáticos en la primera Copa del Mundo de la historia.
Además, el espectáculo contaba con el morbo que implica el desafío del discípulo contra su maestro. “Lo felicito por haber llegado donde llegó, usted se lo merece”, le deslizó el Loco a Sebastián Beccacece antes de que comenzara el encuentro. Pero cuando la pelota comenzó a rodar se terminaron los saludos de protocolo. Y Federico Valverde fue el encargado de exigir a Hernán Galíndez.
La jerarquía de Darwin Núñez fue otro recurso que empleó La Celeste para romper el cerrojo defensivo de La Tri, pero el goleador de la Premier League se atragantó con el primer grito cuando el poste le negó su conquista. El sonido metálico paralizó a los hombres del ex estratega de Racing, mientras que en el territorio charrúa sólo se observaban rostros de decepción.