Fueron cinco días mágicos en la Tacita de Plata, un reencuentro inolvidable a sorbos de recuerdos, regates, vivencias y anécdotas. Jorge González, rebautizado como ‘Mágico’, aunque en El Salvador era simplemente ‘El Mago’, volvió a ejercer de protagonista de una historia fabulosa, la suya, la de una leyenda viva del fútbol mundial, que se asomó otra vez por Cádiz, su Cádiz, para celebrar Los 60 años de Magia.
Fueron cinco días vestido de nuevo de amarillo, donde el cadismo compartió con emoción y mucho sentimiento, con el arte de la tierra, muchas horas con el futbolista que fuera tantos años su ídolo, su dios menor. La hinchada del Carranza, tan apasionada y sentida, abrazó, besó y encumbró de nuevo al jugador singular e incorregible, el típico genio incomprendido, al que volvió a perdonarle todo, también que llegara tarde a su citas, a veces con dos horas de retraso. Eso no importó a casi nadie porque Mágico es así. No lo vamos a reinventar ahora que tiene justo 60 años.
«Esta vez vine porque encontré un motivo, algo muy especial para mí como son los niños», comentaba Jorge delante de un nutrido grupo de periodistas gaditanos, muchos de los cuales nunca le vieron jugar en el Carranza, ni dejar a los rivales sentados, ni mucho menos le trataron y que sólo saben de sus andanzas por las historias que les contaban sus mayores, o las que circulan ahora por las redes sociales. Siendo la mayoría falsas o inventadas. Desde luego, Mágico fue viral antes de que el término existiera.
Mítico se mire por donde se mire, hasta el origen de su apodo tiene un aquel. La historia de su famoso sobrenombre, el nombre por el que ha pasado a la historia del fútbol, es graciosa. Cuando Jorge González, leyenda del Cádiz donde jugó siete temporadas que dejaron la huella de 70, fue fichado por Camilo Liz (gerente del club), tras verlo en el Mundial de España (1982) al futbolista salvadoreño se le conocía en su país como ‘El Mago’.
Y recuerda Carlos Medina, entonces redactor del Diario de Cádiz, que lo de Mágico simplemente fue un error, una errata, un descuido que terminó pasando a la historia como las cosas que no se intentan, pero que salen bien. «El futbolista llegó a finales de julio y el redactor jefe de Deportes de entonces se equivocó. Era ‘El Mago’, pero Le puso ‘Mágico’ y se marchó de vacaciones. Yo me incorporé al día siguiente de su marcha y le mantuve lo de ‘Mágico’ y así se quedó. El propio Jorge lo confirmó años después, en 2013, en una amplia entrevista que le hizo El País. Sí, es verdad que hay muchas anécdotas por ahí, algunas se han publicado en libros, en artículos y han circulado por las redes sociales. La mayoría de ellas no tiene nada que ver con la realidad, pero el mito de Mágico se construyó así».
Jorge está al tanto. Sabe que hace dos años salieron dos libros sobre él. Nunca hizo sangre sobre las falsedades. Pasó por el tema con la flema habitual, con la delicadeza con la que salvaba rivales en aquellos tiempos del fútbol español donde los defensas pegaban, llevaban cuchillas en las botas y tenían la sangre caliente. «Es respetable que cada cual tenga su creatividad, que se inspiren y que algunos inventen. Yo no puedo hacer nada por evitarlo». Ninguno de los autores pidieron permiso para publicar esos libros.
Ahora saldrá otro con sus mejores fotos y con pies informativos, con más de 250 imágenes espléndidas del futbolista salvadoreño. ‘Mágico González, retratado por Kiki’. Este libro sí tiene el visto bueno del exfutbolista, que es amigo del fotógrafo. Kiki, Medina y Hugo Vaca, compañero suyo en el Cádiz y uno de los impulsores de su regreso momentáneo a la Tacita, pasan por ser los que más le trataron, los que mejor le conocen. «Sé que Kiki -por Joaquín Hernández Conde- lo hace bien y tú Carlos me lo repasas», dijo durante su visita al ‘Submarino Amarillo’, en Onda Cádiz TV.
«Hugo Vaca, Linares, Ángel Lebaniegos, Antonio Díaz y yo somos las personas que más sabemos de Mágico. Quizás algunos más, pero muy pocos. Otros escriben o hablan mucho y apenas le trataron», afirma Medina, que añade: «No es verdad que se quedara dormido en un descanso de un partido en el Vicente Calderón. Mucho se ha escrito sobre ello, pero no fue así. Fue en Castalia y se quedó adormilado en el banquillo; Rovira (entonces masajista del Cádiz) y yo lo encontramos así, y ayudamos a desperezarle. De las anécdotas que cuentan con David Vidal, muchas son inventadas y hay una que nadie o pocos conocen y fue conmigo».
Fue, como tantas otras veces, a vueltas de sus famoso idilio con la almohada, de una manera que tenía peculiar de dormir con una toalla encima de la cabeza. «Yo -afirma Medina- estaba en el Diario de Cádiz y a las 4 de la mañana, Pepe Joly Palomino me mandó al aeropuerto de Jerez para acompañar al presidente Irigoyen y a Mágico y otras personas, que iban a Madrid (enero 1985) a negociar con el entonces presidente del Valladolid, Gonzalo Alonso, la cesión del salvadoreño por una temporada. La reunión fue en el Hotel Alcalá y se alargó muchas horas. No son reuniones para futbolistas. A Jorge le entró sueño y yo compartí la cama con él en la siesta. Uno en cada esquina de la cama, claro está, y así pudo estar más controlado».
El mito del Cádiz ha sido recibido con los brazos abiertos por el alcalde, José María Kichi González, que le dijo «estás en tu casa», pero de corazón, no por aquello del protocolo. El alcalde fue niño cuando Mágico metía goles. Kichi estaba de baja, pero se la saltó en contra de la opinión de su médico (que al final lo entendió por aquello de ver a Mágico) para recibir a su ídolo de chaval, el mismo que tuvo que ser protegido por la Policía Local porque los aficionados sólo querían estrujarlo.
Mágico jugó un partidillo que llevó al Carranza a 8.000 aficionados. Se enfrentaron un combinado de veteranos del Cádiz y un equipo de fútbol salvadoreño, Los Pachines. El partido acabó con un espectacular 5-5 y Jorge, ataviado con el famoso número 11, marcó un gol de penalti con la camiseta amarilla. También inauguró en el estadio una puerta, la número 6, que ahora lleva su nombre. Más de 500 aficionados le esperaban y le vitorearon, pese a las dos horas de retraso. El jugador terminó llorando de emoción. Hacía 17 años que no pisaba aquel campo. Su último partido fue un 3 de febrero de 2003, en un amistoso que midió al Cádiz con el Barça (1-2).
Se sintió abrumado en todo momento. Tímido lejos del verde, le pidió al presidente Vizcaíno que no le hiciera hablar más, que no es lo suyo. Estuvo en la presentación de la nueva camiseta del Cádiz, pero no le dio tiempo a visitar a la primera plantilla ni a ir al cementerio «para tener un sentimiento por Irigoyen y Rovira, que tanto hicieron por el Cádiz, con un respeto hacia ellos». Se quedó durmiendo.
«Jorge es como es. Hay que entenderlo. Hace su vida y trata de no perjudicar ni hacer daño a nadie. Querido por casi todos, envidiado por los menos, y otros que le critican con dureza su irresponsabilidad horaria, el cadismo, en general, le perdona todo y le considera su auténtico ídolo, el Dios del cadismo. Él vino porque tenía un motivo: los niños salvadoreños que le acompañaron, y porque Vizcaíno, el presidente, supo entenderle y no presionarle hasta convertirle en un muñeco de feria.
La expedición la formaron 52 salvadoreños que vinieron a Cádiz con todos los gastos pagados, aunque el vuelo se lo pagaron ellos. No fue ningún gasto para el Cádiz. Parte de la taquilla del partido amistoso fue para Mágico, un buen dinerillo que nunca viene mal. No fue lo más importante que se llevó de Cádiz. En un cóctel celebrado en su honor en el Baluarte de los Mártires, Mágico se reencontró con sus excompañeros. Y esas cosas no se compran con dinero. Pepe Mejías, Jaro, Dieguito, José González, Amarillo, Manolito, Linares, Maye, Procopio, López, Antonio Calderón y muchos más acudieron a su encuentro con el deseo de recordar al héroe y al compañero, al personaje irrepetible con el que compartieron tantos momentos, tantas vivencias que se quedaron allí dentro, en las cuatro paredes del Carranza.
Jorge reconoce que pudo haber ejercido el oficio de otra manera: «Yo respeté al fútbol, pero no me respeté a mí mismo. Cuídense porque yo no me cuidé». Genio y figura, como su amigo Camarón de La Isla. Reconoció en Cádiz que su fútbol tenía un parecido al de Messi. Sea como fuere, un tipo muy especial para la historia del fútbol. Tenía razón Enrique Alcina en su libro: ‘¡Mágico, la leyenda!’.
Por: MARCA
Magicoooo!!! Pide fondos al Cadiz y para que puedas encontrar los proximos Magico’s jovenes que puedan ponder en alto a El Salvador como tu lo hiciste. Deja huella en el futbol con las futuras leyendas!!!