La resistencia del Espanyol duró 72 minutos para acabar cayendo en el Camp Nou por 2-0, un resultado que empieza a acortar plazos del Barça rumbo al título de Liga. Esos 72 minutos fueron el tiempo que tardó Messi en conectarse al partido con un disparo de falta que Víctor Sánchez desvió a la red para que luego el propio argentino cerrara el partido en un contragolpe cuando los pericos dieron un paso adelante.
Rubi había anunciado que preparaba un plan especial para el Camp Nou y por eso decretó cuatro entrenamientos a puerta cerrada esta semana. Nada más empezar el partido se supo el por qué. Salió el Espanyol con un nuevo sistema con tres centrales, poblando el centro del campo y dejando solo a Borja en punta. Wu Lei, empezó el partido en el banquillo.
La idea de Rubi salió bien de entrada. Mantuvo largas posesiones cuando tenía el balón, presionó de forma valiente en la salida de pelota blaugrana y se replegó rápido cuando el Barça pasaba la línea del centro del campo. Eso sí, delante eran inofensivos. Ni dispararon a puerta.
La producción ofensiva del Barcelona no fue mucho mejor. Salió el Barcelona con su mejor equipo pero a un ritmo de trote cochinero que no producía ningún desborde. Únicamente Messi con sus genialidades ante Marc Roca, al que dejó sentado un par de veces creaba algo de desequilibrio. Lo del peligro es otra cosa. El Barça también fue inane en ataque en una primera parte en la que los jugadores más peligrosos fueron Víctor Sánchez, que casi se marca un gol en propia puerta que evitó Diego López tras un saque de falta de Coutinho y el colegiado Del Cerro Grande, torpe a más no poder obstaculizando a jugadores de uno y otro equipo y cortando pases por no estar rápido en las acciones.
Evidentemente, al Barcelona le falta despertarse y al Espanyol, mantener la tensión defensiva y tener algo más de colmillo en ataque.
La segunda parte empezó con el partido igual de atascado. Con el Espanyol aguantando firme atrás y el Barça sin saber como abrir la lata. Llegaba la hora de que desde los banquillos se movieran piezas.
El primero en hacerlo fue Valverde que retiró del campo a un Arthur desastroso y a un Semedo que era de los pocos verticales del equipo. En su puesto entraron Malcom y Sergi Roberto, respectivamente. Rubi reaccionó retirando a un inédito Borja Iglesias para buscar la velocidad de Wu Lei al espacio y a Melendo por Sergio García.
La entrada de Malcolm se notó de manera indirecta, porque Coutinho se colocó como interior y asistió en su primera participación a su compatriota que en una acción entre el centro y el chut le complicó la vida a Diego López.
A pesar de los cambios, el partido no cambió demasiado y quedó en manos de los errores o de los genios. Y se conjuraron ambos factores. Víctor Sánchez realizó lo imperdonable en estos partidos: derribó a Messi en la frontal del área. La ejecución del castigo tuvo a los mismos protagonistas. La tocó Messi suavemente por encima de la barrera y Víctor, que reculaba desde la barrera para evitar el gol trató de rechazar el disparo del argentino con la cabeza, pero con tan mala suerte que su golpeo despistó a Diego López y supuso el primer gol blaugrana.
El Espanyol se estiró gracias al oficio de Sergio García, pero Valverde respondió sacando a su comodín favorito: Arturo Vidal, que salió y dijo «hasta aquí hemos llegado». Decisión que certificó Messi tras un pase de maestro de Rakitic a Malcom, que asistió a Messi para que Leo volviera a martirizar a una de sus víctimas favoritas y archivara tres puntos que empiezan a descontar el título para los blaugrana.