Si el pasado lunes fue L’Equipe el que anunció que el Paris Saint Germain estaba dispuesto a escuchar propuestas por Neymar siempre que se tratase de “ofertas XXL”, ha sido Le Parisien el que ha dado un paso más.
Según informó este medio, Nasser Al Khelaifi ya le ha puesto precio al brasileño: 300 millones de euros. Una cifra absolutamente inalcanzable para el Barça y que, por supuesto, el PSG fija como salida a una negociación a la que está obligado desde que invitase al brasileño a salir.
Son días volcánicos alrededor de Neymar desde que el domingo Al Khelaifi inauguró la nueva era anti-vedettes del PSG. Globoesporte aseguró que el Barça estaba dispuesto a ofrecer 100 millones de euros más Dembélé, Umtiti y Rakitic. El Barça, mientras, guarda silencio.
El vicepresidente, Jordi Cardoner, mantuvo la línea prudente de Bartomeu: “El socio tiene que entender que hay unos tiempos y, si durante los períodos de negociaciones hablamos de cosas que no se deben hablar, se pueden perjudicar las negociaciones. Son momentos en los que entiendo que a la gente le gustaría que esto fuese una serie televisiva, pero no puede ser así”. Más prisa tiene el jugador. Según Mundo Deportivo, el jugador ya le habría dicho al PSG: “No quiero jugar más aquí. Quiero volver a casa, de donde nunca debí salir”.
El Barça no llegará nunca a los 300 millones de euros, pero sí podría meter jugadores en la operación. Serían los damnificados del tsunami Neymar. El escenario inicial amenaza a Coutinho, Dembélé, Rakitic y Umtiti. Los dos primeros, las inversiones que hizo el club para cubrir la marcha del brasileño al PSG. Los dos segundos, vacas sagradas en los últimos años y activos relativamente preciados pese al problema de rodilla del central francés.
Es una curiosa paradoja. Después del adiós de Neymar, el Barça se rearmó a partir del equilibrio del equipo. El regreso del brasileño tendría que ver con todo lo contrario. Para cuadrar la operación, el equipo debería desprenderse de jugadores que, a su forma, han dado estabilidad y, no hay que olvidarlo, dos Ligas. Desde fuera lo de Neymar asoma como imposible. Pero sólo el poso de tristeza que dejó su marcha invita a soñar a un sector del barcelonismo.