Si hubiera que resumir el estado de forma del Liverpool en los últimos días ese, sin duda, respondería a aquella canción que cantaron los Beatles y que titularon «Me siento bien». Porque en Merseyside las cosas no pueden ir mejor.
Las dudas sobre el estilo se disiparon solo como el Pool sabe: con una goleada. El 4-0 ante el Estrella Roja fue el síntoma de mejoría unos reds que ganaban, pero no convencían. Ese single que sonó en tantas emisoras y que define el momento que viven los de Klopp también parece haberse instalado en las botas de Mohamed Salah. El egipcio sonríe y con él todo Anfield. Ante tal optimismo el Cardiff no pudo hacer nada y sucumbió a la fiebre roja.
Los primeros 45 minutos fueron suficientes para dejarles claro a los galeses que en Liverpool nadie puede detener el ritmo que proponen los chicos de Jürgen. En el primer compás, sin tiempo a saltar a la pista, Mo ya había marcado el paso del gol. Salah solo tuvo que empujar un balón que, tras varios remates repelidos por la defensa del Cardiff, se quedó franco para que El Faraón pusiera el primero de la contienda.
Con el Pool marcando un ritmo frenético en el que se perdían los galeses los reds coleccionaron ocasiones por doquier. Solo el palo se interpuso en el 2-0. Van Dijk se descolgó y tras un centro de Alexander-Arnold cabeceó al palo largo… pero la madera hizo acto de presencia. Poco después el colegido podría haber dictaminado un penalti sobre Salah, pero no vio nada en el agarrón que sufrió el egipcio dentro del área. La Premier sigue esperando el VAR… o no. Entre oportunidades perdidas, la madera y el árbitro los reds no pudieron engordar su ventaja en el primer acto.
En la segunda parte el disco que siguió sonando fue el de un Pool que se divertía ante su público. Vertiginosos arriba y sobrios atrás ahogaban a un Cardiff que a cada descuido de los reds merodeaba la portería de Allison con peligro. Ante el constante peligro de los galeses era necesaria una reacción en formas de gol. Y ahí apareció Sadio Mané. El senegales recogió un balón en el área y movió los pies tan rápido como él sabe. Uno, dos, tres y hasta cuatro toques entre rebotes y disparo cruzado. Sadio fue el bálsamo de un Liverpool que no quería sobresaltos.
Pero, el Cardiff empeñado en complicarle las cosas a los de Klopp siguió apretando. Los envíos directos se sucedían en el área red. Tras varias intentonas el muro de Merseyside cayó. Fue en el minuto 77 y gracias a un tanto de Callum Paterson.
Pero, con el 2-1 en el marcador y el susto en el cuerpo Liverpool se encomendó a sus chicos de oro. Shaqiri, el hombre que se está erigiendo como el cuarto Beatle de la archiconocida MSF (Mané, Salah, Firmino) se alió en la derecha con Mo. Una pared y defensa desarbolada. Un recorte y un defensor deslizándose por el verde de Anfield. Un toque sutil y un gol. Rápido, bonito y efectivo. Así baila este Liverpool.
El 3-1 desahogó a un Pool que por momentos pasó por apuros y tuvo que defenderse de las embestidas galesas. Sin embargo, el tercero de la contienda trajo consigo la disolución del fervor guerrero del Cardiff. Un ímpetu perdido que pagaron los galeses con la cuarta diana. Salah le regaló un pase interior a Mané que se coló dentro del área y batió con solvencia a Etheridge.
Una nueva victoria en el recinto red que coloca al Pool líder de la Premier League a falta de que el City se mida al Tottenham el lunes y que prolonga la felicidad que lleva instalada en Merseyside desde hace tiempo gracias, un día más, a un Salah que marcó y regaló dos asistencias.