Los grandes equipos se construyen desde la portería. Jan Oblak y Thibaut Courtois reforzaron su prestigio en el escenario ideal, un derbi equilibrado donde la mínima concesión era decisiva. El belga en el primer tiempo y el esloveno en el segundo no marcaron, pero evitaron que lo hicieran los contrarios. Y cuando se trata de luchar por títulos, es vital. No perdió nadie, y el liderato queda de momento en manos blancas, pero a disposición de la Real.
La incomparable atmósfera convierte al derbi en un partido único. La entrega sin reservas de la grada del Metropolitano mete tensión en el verde. Pero no es esa la razón de un choque igualado y plano. Atlético y Real Madrid se preocuparon más de evitar errores en las zonas de riesgo que en generar fútbol. Es lo que toca. Ambos llegaron a lo alto de la tabla fortaleciendo su mecanismo defensivo, y así lo dejaron claro con las piernas frescas, en una primera parte casi sin tiros a puerta.
Sólo en los últimos minutos aparecieron Oblak y Courtois para mantener la igualada. A Zidane le gustó la prueba ante Osasuna y repitió medular, con Fede Valverde para liberar a Kroos por delante. A ratos, el Madrid jugó con un 4-1-4-1 con Casemiro como pivote. El Cholo reconoció la pujanza de Vitolo dándole la titularidad y rotó a sus volantes. A todos menos a Thomas, que se ha ganado el derecho a pilotar la nave rojiblanca. En corto, en largo o para recuperar, es esencial.
Después de media hora de mucho ruido y poco juego, con una buena llegada de Joao Félix que cruzó demasiado y una incursión de Hazard, las únicas aportaciones de los ‘sietes’, fueron los medios quienes abrieron el fuego. Kroos lució su disparo largo primero con izquierda y luego con derecha. En ambas reaccionó con solvencia Oblak para sacar cerca de los palos. La respuesta fue de Thomas, que sirvió un centro duro y seco que no alcanzó Costa por un suspiro. Al borde del descanso, Thomas detectó la entrada de Tripipier que metió un caramelo en el área y Courtois rebañó el gol de la bota de Koke. Fue lo penúltimo antes de la pausa, un aperitivo del cabreo del Cholo con el linier. Escuchó a Ramos alguna inconveniencia y exigió sanción. González González ordenó el descanso y a Simeone lo aplacaron Ramos y Casemiro. Todo es mentira.
Unos problemas musculares obligaron al primer cambio. Se fue Vitolo, tocado, y entró Correa, recibido con protestas. No cambió mucho el decorado, y como Bale seguía imponiéndose en velocidad a Lodi en cada carrera, el brasileño fue el segundo relevo. Multiusos Saúl, lateral zurdo. Hay que reconocer que por ese costado llegó la ocasión más clara del Madrid, una colada de Nacho que entregó atrás y Bale, solo y cómodo, remató al limbo.
Zidane optó por meter centrocampistas para tratar de ganar el derbi. Primero Modric y después James reforzaron la medular, con Hazard desaparecido. El belga aún no da síntomas de desborde. Tampoco estuvo fino Joao Félix, pero el público pitó el cambio por ser ya costumbre,. Es el crack y está feo quitarle.
El caso es que en un derbi tan ajustado quien acabó siendo decisivo fue el portero. Si en el primer tiempo Courtois sacó un balón envenenado, Oblak sacó un cabezazo imponente de Benzema donde solo lo salvan lpos grandes. Al costado, doblándose como un junco. Tan importante es meter goles como evitarlos. Dos gigantes decisivos para dejar las cosas como estaban.