Liverpool vivió una montaña rusa de emociones para derrotar 4-2 al Newcastle y reafirmar su condición de líder de la Premier League. Comenzó ganando, le empataron 1-1, sacó dos tantos de ventaja, las Urracas se acercaron sobre el epílogo, y Mohamed Salah, de penal, terminó decorando el score. Pero, a la incertidumbre del partido, el entrenador Jürgen Klopp le añadió un momento de máxima zozobra en medio de los festejos.
El estratega alemán, de 56 años, celebraba con las graderías. Aplaudió a los cuatro costados de Anfield, sacudió un par de veces sus brazos, cuando advirtió que algo se le había caído en el océano de césped del campo de juego. Era su anillo de bodas, símbolo de su unión con Ulla Sandrock, su segunda esposa, con quien se casó en 2005. La escritora, de hecho, tiene gran influencia en su carrera, al punto que el DT supo confesar que fue la impulsora de su decisión de firmar con el Liverpool.
Pues bien, la desesperación de Klopp quedó filmada por las cámaras de la transmisión. En medio del bullicio, las imágenes mostraron al germano buceando errante en el rectángulo de juego sin encontrar la joya perdida. “Oh, perdió su anillo”, se escuchó decir a una de las comentaristas, que detectó con velocidad el problema del protagonista.
Incluso se acercó a un colaborador del estadio, al que tomó del brazo, para pedirle ayuda. Y también se puso a buscar. Pero el héroe resultó un camarógrafo, que sin dejar su trabajo le indicó el paradero de la circunferencia metálica. En agradecimiento, Klopp le obsequió show. El entrenador lo levantó y, frente a la lente, le dio un beso y sonrió. “¡Lo encontró!”, resaltó la comunicadora en la transmisión, en una acción que se festejó como un gol.
Los Reds se impusieron gracias a los gritos de Mohamed Salah -2-, Curtis Jones y Cody Gakpo. Alexander Isak y Sven Botman anotaron para el Newcastle. Gracias a la victoria, Liverpool alcanzó la línea de los 45 puntos, tres más que el Aston Villa, el escolta, y cinco por encima del Manchester City, que tiene un partido menos y puede acercarse a la cima.
El partido marcó el regreso de Alexis Mac Allister tras su lesión: el argentino regaló un “pase perfecto”, tal como lo bautizaron en las redes, para el penal que terminó definiendo el pleito. Fue un quirúrgico toque a la carrera, impulsando el balón con el revés del pie. Poesía del N° 10. De película, casi tanto como la escena del anillo de su orientador.