El Barça tiene motivos para volver a creer en la Liga. La distancia de siete puntos con el Madrid aún es grande, pero las dimensiones del conjunto blaugrana son ilimitadas. Un pobre Valencia fue vapuleado por un equipo que ha pasado ya la curva más peligrosa para dispararse de nuevo en todas las competiciones.
Hansi Flick cumplió con su palabra de hacer cambios, aunque nadie se esperaba tantos. El más sorprendente el de mantener a Szczesny en la portería tras cuajar otro mal partido ante el Benfica. El descanso fue obligado para Pedri por una gastroenteritis y para otros jugadores que parecían intocables como Araujo, Lewandowski o Gavi.
Flick arriesgó y la jugada le salió redonda. La eficacia fue total. Lamine Yamal, para empezar, sirvió una asistencia magistral a Frenkie de Jong, quien con mucho tacto cruzó la pelota al fondo de la red. La mejor medicina contra la crisis liguera era, sin duda, el gol.
Un tanto que dio un gran empuje y Raphinha acarició el segundo, pero quién sí marcó antes de llegar al los diez minutos fue Ferran Torres. Esta vez fue Balde quien asistió y Ferran disfrazado de Lewandowski tocó de primera para anotar el segundo.
Un recital blaugrana
La tranquilidad y la alegría volvieron a Montjuïc después de un fin de año tormentoso en la Liga. La inercia era espectacular y un caño de Lamine fue el preludio de un pase al espacio de Fermín a Raphinha para que llegara era el tercero. ¡Vaya festival! El Barça que arrolló al Madrid en la Supercopa había vuelto.
Y este gran Barça se basa en arrollar a los rivales sin piedad. Así lo hizo Fermín con el cuarto tras un pase sensacional de Cubarsí. El árbitro señaló fuera de juego, pero el VAR lo rectificó para que otro gol subiera al marcador. El Valencia, por su parte, seguía con su plan kamikaze de jugar muy avanzado y Mamardashvili solo hacía que recoger balones del interior de su portería.
El partido era tranquilo y solo el árbitro y Szczesny la podían liar. Soto Grado no vio una falta de libro de Gayà sobre Koundé, la jugada siguió y el meta polaco volvió a salir tarde para arrollar a Hugo Duro y cometer penalti. El colegiado tuvo que dar marcha atrás después de que nuevamente el VAR lo avisara en una secuencia delirante.
Nadie podía aguar la fiesta a un Barça que logró la ‘manita’ antes del descanso. Raphinha volvió a ganar la espalda a la zaga, hizo temblar el larguero y Fermín marcó a puerta vacía. Un gol funcionarial que casi ni fue celebrado. La nueva grada de Montjuïc tampoco enloqueció y a los valencianistas se les acabaron las ganas de gritar contra Peter Lim.
En la segunda parte nadie bajó el pistón. Flick no lo permite ni con el partido resuelto. Y todavía puso más gasolina con la entrada de Lewandowski después de que Hugo Duro anotara para el Valencia. En este Barça está prohibido caer en la desgana.
‘Lewy’ no quiere que Mbappé le discuta el Pichichi y cruzó con acierto tras otra intervención divina de Fermín para situar el sexto en el tanteador.
Ya no era necesario que Lamine siguiera en el campo y Pau Víctor tuvo su momento. El de Rocafonda se fue sin gol, pero con la ovación de un público entusiasmado con las exquisiteces que siempre regala.
Por fin fue entonces cuando Montjuïc hizo por primera vez la ola. Quizá fue para combatir el frío y se agradeció que la grada también vibrara un poco con la enorme victoria. Y la fiesta cogió más color con el autogol de Tárrega. El séptimo se celebró como si fuera el primero en medio de una euforia inusual en la montaña olímpica. Este Barça vuelve a rugir.