Godín no mintió. Cuando se acercó al fondo sur del Wanda Metropolitano y reclamó apoyo para Griezmann, añadiendo que el francés había decidido quedarse en el Atlético, el uruguayo estaba diciendo la verdad. Así se lo había comunicado el 7 a los responsables del club apenas horas antes del partido ante el Eibar. La noticia no se hizo pública, entre otras cuestiones, porque todas las partes entendieron que era el día de Fernando Torres y que ningún otro asunto debía desviar la atención respecto a la despedida del Niño.
El problema es que nadie tiene claro ya si lo que pensaba Antoine el domingo vale para este lunes. Porque los pitos (y algunos insultos) de un sector de la grada han hecho que el galo se caiga anímicamente: sobre el césped ya se notó que lloraba, por más que intentara disimularlo con gestos, pero tras el partido y los actos en homenaje a Torres, tal y como admiten desde el vestuario, «no quiere saber nada de nadie».
Desde el Atlético se insiste en que el Barcelona ha utilizado a «sus medios» para condicionar el ambiente que rodea al francés, deslizando un acuerdo con cifras que, según la versión rojiblanca, no se corresponde con la realidad. A partir de ahí llegan los silbidos a Grizi, apenas cuatro días después de una final europea que se conquista con dos goles suyos. Más allá de que se entienda que fueron minoritarios, «40 o 50» dijo El Cholo, resultaron ruidosos… e incomprensibles para jugadores y cuerpo técnico.
Así que el argumento respecto al futuro de Antoine ha dado un nuevo giro: cuando todo apuntaba a que se iba decidió quedarse… y cuando iba a quedarse llegaron unas críticas que pueden alterar de nuevo la situación. Puede sonar simple que el futuro de una gran estrella pase por la reacción de parte de la hinchada, pero así están las cosas ahora mismo. Ni siquiera el entorno cercano del galo parece ponerse de acuerdo respecto al destino del 7: hay quien optaba y opta por la continuidad (su pareja por ejemplo, que en Neptuno coreó el «quedaté»), pero también hay quien prefiere verlo de azulgrana. Alguno de estos últilmos, por cierto, estaba en el Metropolitano siguiendo el encuentro. Y no le gustó nada lo que vio…