El delantero inglés Andy Cole, quien formó parte del Manchester United durante seis temporadas, le brindó una íntima entrevista al periódico británico The Guardian en la que explicó la tortura que vive y vivió después de recibir un trasplante de riñón.
«Nunca voy a ser la misma persona que era antes. Todavía estoy luchando emocional y físicamente. No hay dos días iguales y los medicamentos hacen que tenga altibajos», reconoció el ex delantero de 47 años.
La situación lo hizo caer en una depresión que lo llevó a tener pensamientos suicidas.
Todo comenzó después de contraer un virus aéreo en Vietnam en 2015, año en el que recorría el mundo como embajador del conjunto «Red Devil». Si bien él ignoraba los síntomas, fue en noviembre de aquel año cuando se vio obligado a retirarse de un partido benéfico en Old Trafford y, posteriormente, reveló que sufría de insuficiencia renal.
Fue entonces que su sobrino Alex Palmer le donó un riñón para la operación que se llevó a cabo dos años después, en abril del 2017. Pero tras la intervención quirúrgica comenzó su calvario.
«El nuevo riñón era un objeto extraño. Mi cuerpo lo atacaba, así que tenía que tomar medicamentos para evitar que mi cuerpo ganase. La gente me decía que me mantuviera positivo, pero nunca se sabe cuánto te durará el riñón. Podría estar aquí cinco o diez años. Podría fallar mañana».
«Cuando pasas por una operación que salva vidas, es como tu tarjeta de crédito. No lees la letra pequeña. Si me levanto una mañana y mi riñón decide ‘hoy no me apetece’, vuelvo al principio», consideró el ex campeón de la Champions League de 1999.
«Todo el proceso fue una tortura. Estaba deprimido después del trasplante porque es muy difícil entender el trauma al que te enfrentas. Recuerdo haber vaciado una gran bolsa de medicamentos, llorar y pensar: ‘Para que sobreviva otro día, esto es lo que tengo que tomar. No estoy seguro de poder continuar'», detalló Andy Cole sobre lo que fue uno de sus peores pensamientos.
Sin embargo, con el tiempo pudo salir de aquella profunda depresión y ahora pide perdón: «Me disculpo con todos por ser como he sido. Lo que estaba haciendo, torturarme por una enfermedad, es horrible. Apartas a tu familia porque intentas clarificar lo que está sucediendo.
Finalmente, el inglés asegura que: «Casi dos años después del trasplante, sé que es una enfermedad de por vida (…) Cumpliré los 48 años comprendiendo mejor lo difícil que será este viaje. Soy afortunado de poder despertarme cada día».