Para ganar al Real Madrid cuando eres sensiblemente inferior se tienen que dar varias condiciones a la vez y, además, tener mucha suerte. Nada de eso le sucedió al Deportiva Minera, que no tuvo ni una opción frente al líder de LaLiga y actual campeón de Europa. Fue goleado en un encuentro sin mucha historia y nada de emoción.
La primera condición es que el Real Madrid no se ponga en plan de querer ganar el partido. A veces pasa, a veces, un partido de estos, en enero, con frío y tras las vacaciones, en un campo pequeño e incómodo, sienta tan mal a los jugadores de los equipos grandes que cuando quieren ponerse a ello, ya no pueden. No tuvo esa suerte el equipo murciano en la visita del equipo blanco. Resultó que al Real Madrid sí que le apetecía el encuentro. Con muchos suplentes y varios canteranos, pero con muchas ganas, los de Ancelotti solucionaron el encuentro enseguida porque presionaron muy arriba y los locales intentaron, casi todas las veces, sacar el balón jugado. Y no fueron capaces. Que el Madrid marcase en el minuto cuatro del partido fue lo lógico. Pudo haberlo hecho antes, porque la superioridad era abrumadora. El Madrid coleccionaba remates y el Deportiva Minera sacaba agua, se fiaba de su portero, Fran Martínez, y esperaba, con poca esperanza, lo peor.
No le ayudó jugar en un campo más grande que el suyo. Económicamente sería una bendición para los locales, pero deportivamente fue un suicidio. Si se ponían a jugar, la ventaja del Madrid, como se vio, era sideral.
Porque Ancelotti dio muchos descansos y, aun así, el Madrid presentó un equipo más que potable. En el centro del campo, por ejemplo, sobraba calidad: Modric, Camavinga y Valverde, porque el uruguayo lo juega todo: lo bueno, lo malo, los partidos serios y los que parecen de trámite. Metió el primer gol, lo celebró con alegría y, por suerte para él, Ancelotti le dio descanso en la segunda parte, que el jueves hay encuentro de la Supercopa contra el Mallorca
Endrick, pero el brasileño, tan vertical como siempre, no tuvo el día de cara. Tuvo a Fran Martínez, un portero que tras una carrera en equipos modestos, vivió ayer sus noventa minutos de gloria. Y es que se llevó su tanda de goles. Junto a Endrick, jugaron Güler, que dejó dos goles para animar a los que le piden con insistencia a Ancelotti que le dé más minutos, y Brahim, que mostró su habilidad cerca del área, sobre todo cuando se encontró con Modric. Hubo un momento en la segunda mitad en el que parecía que estaban en el recreo, ellos dos, jugando contra todo el equipo contrario. Y no les quitaban la pelota. En una de esas, como si ya se hubiera cansado de pasársela, Modric acabó metiendo su golito.
Las novedades principales llegaron en defensa, la zona que más problemas, por lesiones, le está dando al entrenador del Real Madrid durante este curso. Ancelotti anunció que dejaba a Rüdiger en Madrid y tampoco puso a Tchouameni. Fue una defensa de canteranos, con Fran García como veterano, a sus 25 años y con Asencio, como el canterano que ya puede contar sus batallitas. Los que le acompañaban eran dos Aguado, pero no hermanos. Uno con más años y otro del juvenil y sin apenas haber jugado en el Castilla. Fue un día feliz para ellos, aunque no se les pudo medir porque el equipo rival no llegó a exigir a los defensas ni a Lunin
El partido acabó con cinco goles del Real Madrid como pudo acabar con muchos más. Todo dependió de lo que les apeteciese a los de Carlo Ancelotti.
El entrenador, quizá en un gesto para los aficionados, un regalo de Reyes, sacó a Mbappé y a Vinicius cuando ya todo estaba decidido y lo único que importaba era hacer fotos para inmortalizar el momento. El público, que antes había aplaudido con entusiasmo a Modric por su gol, también aplaudió a las grandes estrellas del conjunto blanco. No marcaron, pero dio un poco igual. Después se repartieron camisetas y todos felices y contentos.