El Real Madrid vuelve a tener el liderato de LaLiga en sus manos. Al empate del Barcelona en Sevilla frente al Real Betis respondió con una plácida goleada en Montilivi, donde sometió a un Girona tan apasionado como incapaz de plantarle cara más allá de sus fogonazos iniciales. 0-3, sin apenas despeinarse y los nervios cambiando, quien sabe, otra vez de acera.
El Girona de Míchel, tocado en la moral tras el KO de la Copa del Rey a manos de un Logroñés de cuarta categoría y muy amenazado en la Champions (espera el martes al Liverpool y también debe recibir al Arsenal), quiso tutearle pero su ánimo se diluyó en poco más de media hora.Estupendo en su presentación Yáser Asprilla, revoltoso un Miguel Gutiérrez sobre quien el Real mantiene una opción de recompra y vertical Bryan Gil, al Real Madrid le sorprendió la ambición local. Hasta que fue tomando posiciones en el campo.
Le resultó una labor sorda, frenética y alejada de toda brillantez. Se bastó con el kilometraje de Federico Valverde y la pausa de Luka Modric. Seguro atrás, ni le ocupó que Kylian Mbappé volviera a ser una sombra del futbolista que se le presupone porque se encargó Jude Bellingham de resolver los problemas. Lo hizo a los 36 minutos, cruzando el balón al bueno de Gazzaniga, anotando el 0-1 y apagando la ilusión local.
Sólo era un gol, pero ya se intuyó una montaña para el Girona, que agradeció la llegada del descanso, esperanzado en recuperar fuerzas en la segunda parte… y encontrándose con un barrido prácticamente inabordable.
Y es que en la segunda mitad el Real Madrid no le dio ni una sola opción al cuadro de Míchel. Arda Güler agradeció la asistencia de Bellingham a los diez minutos y siete después Mbappé se reencontró con el gol, con un excelente disparo cruzado que no ocultó su papel decepcionante.
Y la duda que despertó un balón que se llevó a todas luces intencionadamente con la mano que no mereció a dictamen del árbitro Gil Manzano una amonestación que habría supuesto su expulsión, porque ya tenía una amarilla desde la primera mitad.
Fue apenas una anécdota de lo ocurrido en Montilivi porque el Madrid, al que se le suponía una prueba de fuego después de su derrota en San Mamés, respondió con la solvencia necesaria para darle a entender al Girona la diferencia entre ambos.
Y, de paso, trasladarle un mensaje al Barça: LaLiga sigue abierta entre los dos grandes. Y, por más que provoque sorpresa, esta temporada tanto el equipo de Flick como el de Ancelotti están llamados a dejarse puntos que otras temporadas ni se sospecharía.
De momento está el Barça por delante, pero el Madrid tiene el liderato a su alcance. Que no es poco.